Hoy es el cuarto domingo de cuaresma. Estamos en la mitad de nuestro camino
cuaresmal. En dos semanas, entramos en la semana santa con
el domingo de ramos. Tradicionalmente, este domingo se llama
“Laetare" de una palabra latin, debido a la antífona gregoriana del
Introito de la Misa, tomada del libro del Profeta Isaías: Regocíjate, Jerusalén.
Podemos empezar hoy con el mensaje de Paul en su
carta a los efesios: "En otro
tiempo, ustedes fueron tinieblas, pero ahora, unidos al Senor, son luz". En las tinieblas de
nuestra vida, a veces, no podemos ver la luz de Cristo en su presencia. Este tema continua en
el Evangelio: Antes eran ciegos. Ahora ven. En el Evangelio, Jesús
vio un ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: ¿quién pecó, el
ciego o sus padres? ¿Quién tuvo la culpa de que naciera ciego? Nosotros, seres
humanos, siempre buscamos razones par justificarlo todo. En verdad, siempre buscamos culpables para
condenarles o responsables para premiarles.
Podemos mirar esta realidad en la frecuencia de los juicios que tenemos
en nuestra sociedad. Jesús ve la realidad de
nuestro mundo con otros ojos. El nos dice que Dios no
ve la ceguera como castigo por el pecado del ciego o de sus padres o de otra
persona, sino como ocasión para manifestar la actividad salvadora de Dios. Cristo nos explica que
el ha venido para hacer visibles las obras de Dios. Dios está en la ceguera
y está en la curación. Dios está presente en
todas las experiencias de nuestra vida.
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