Friday, March 14, 2014

3/16/2014 – el Segundo domingo de cuaresma – Mateo 17,1-7

       La palabra “transfigurado” está en el Evangelio en el segundo domingo de nuestro camino cuaresmal, pero no es una palabra que usamos en conversación cada día. El diccionario da esta definición de esta palabra – “transfiguración” – un cambio en forma y aparición, una exaltación, una glorificación, o un cambio espiritual.  Miramos una transfiguración – una transformación – en Cristo y en el ambiente en el Evangelio de hoy en la cima de la montaña: su rostro resplandeciente como el so, sus vestiduras blancas, una conversación entre Cristo y los profetas Elías y Moisés, y una voz hablando de los cielos.  Los discípulos de Cristo miran esta transformación para conocer su identidad verdadera.  Ellos miraron sus milagros de curación y su manera de caminar sobre agua, pero todavía comienzan a entender los aspectos de su identidad como Hijo de Dios.
      Podemos imaginar el miedo que los discípulos tenían cuando estaban con Jesús en esta montaña.  Jesús se acercó a ellos, los tocó, y dijo – No tengan miedo.  Ellos bajaron de la montaña con Cristo – no quedaron allí.  Explicó a sus discípulos que morirá y resucitará de los muertos, que su viaje tendrá sufrimientos y angustia, no solo la gloria de la montaña. 
       Jesús tenía una transformación, pero los discípulos tenían una transformación también.  Dios puede venir a los hombres no solo en una voz de los cielos, pero Dios puede venir a cada uno de nosotros en las palabras y las acciones de Jesucristo, en las palabras y las acciones que están presente con nosotros en maneras diferentes. Jesús baja de la montaña a los hombres en la tierra – a los lamentadores, a las personas solitarias, a las personas peleano con adicciones con drogas y alcohol, y los oprimidos, y las personas con una vida vacía.  La voz de los cielos dijo – “Este e mi Hijo muy amado….escúchenlo.”  Pero no escuchamos solo con nuestros oídos.  Escuchamos con nuestros corazones.  Es parecido a la llamada que tenemos en Cuaresma para buscar a Dios en todas las cosas. Buscamos a Dios y tal vez lo encontramos y lo reconocimos, escuchamos su mensaje, pero no es suficiente.  Si este mensaje no nos transforma y no convierte nuestros corazones, no estamos abierto a Dios.  Y no lo encontramos en su plenitud.  Tenemos una lupa como símbolo durante la Cuaresma, pero no solo lo buscamos, pero necesitamos abrir a nuestras vidas a la transformación que podemos tener en Él. 
Lupa - simbolo de Cuaresma 
Buscando a Dios en todas las cosas

      Leí en un periódico que el mensaje frecuente de nuestro Papa Francisco es eso: la palabra italiana “AVANTI” que significa “Vaya adelante!”  El Papa dice que la Iglesia tiene una misión para evangelizar, de ir delante de ella misma. A veces tenemos miedo para ir adelante, para ir al mundo, pro el Papa dice que no podemos olvidar que somos las ovejas del rebaño de Cristo, que necesitamos tener perseverancia e ir al mundo en humildad cuando predicar el Evangelio, inclusivo de las situaciones cuando tenemos miedo.  Cuando tenemos una transformación en Cristo, necesitamos ir como testigos con una sonrisa; como testigos del gozo, del amor, y de la caridad; como aceptar la responsabilidad de compartir la gracia de Dios con el mundo, especialmente con los pobres, los enfermos, y las personas en los margines de la sociedad.
      Tenemos transformación en nuestra vida en maneras diferentes. Tenemos Adolfo Zuniga hoy, un miembro de nuestra parroquia, para hablar de transformación en su vida. 


  

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