Thursday, April 1, 2021

2 de abril de 2021 - VIERNES SANTO - Juan 18:1—19:42

      Al escuchar la Pasión de Cristo en el Evangelio de San Juan, podemos imaginar la incertidumbre y el miedo que sintieron los seguidores de Jesucristo.  Hemos estado caminado con Jesucristo durante los días de Cuaresma.  Muchos de nosotros hemos estado rezando el viacrucis cada viernes durante la Cuaresma, conmemorando que Jesús murió el día viernes.  El Viernes Santo, los seguidores de Jesús sabían que ese era el día en que él sufría y murió, aunque la mayoría no estaba presente, habiéndose dispersado por el miedo.  Para sus seguidores, el mismo hombre que había realizado milagros de curación y había hablado de sí mismo como la resurrección ahora estaba muriendo en la cruz.  Jesús fue crucificado como si fuera un criminal notorio.  Los seguidores de Jesucristo habían puesto toda su esperanza en su futuro en él.  En medio del caos y la violencia del Viernes Santo, sus seguidores parecen haber olvidado su promesa de volver con ellos.  Se sentían perdidos y abandonados.  Sin embargo, en el Evangelio de Juan, Jesús promete a sus discípulos antes de comenzar su pasión: “No los dejaré desolados; Vendré a ustedes."  En este último año desafiante, estoy seguro de que todos hemos estado sintiendo todo tipo de emociones.  Esto puede incluir cosas como ira, frustración, confusión, desesperación, abandono, aislamiento, y cansancio.  Es posible que en algún momento nos hayamos sentido perdidos cómo muchos de los seguidores de Cristo el Viernes Santo.  La promesa que Jesús hizo a sus seguidores resuena en nuestros corazones hoy Viernes Santo: No los dejaré solos. Vendré a ustedes. Pero, a veces durante la pandemia, a veces durante el cierre y las órdenes de permanecer en casa, las promesas de Jesús pueden haberse sentido muy lejos de nuestra realidad. Pero sus promesas estaban ahí.


      Estamos llamados a tener esperanza hoy.  En la muerte de Cristo, en la confusión y el temor de sus seguidores, en la cruz de Cristo crucificado, nos llega la bondad de Dios: la esperanza de la resurrección y la esperanza de una nueva vida.  Al conmemorar hoy el Viernes Santo en medio de los desafíos, estamos llamados a pensar en la realidad del Viernes Santo: Ese Viernes Santo no fue el final; que el Domingo de Pascua ya llegare.


      En Viernes Santo, el momento de la muerte es al mismo tiempo un momento de nueva vida.  Este momento desesperado fue el momento en que se dio la esperanza eterna.  Este momento de injusticia fue al mismo tiempo un momento de la gracia de Dios. Este momento de sufrimiento insoportable garantizó que el sufrimiento terminaría algún día, de una vez por todas.  Este momento de tristeza nos dio la bienvenida al gozo eterno de Dios. La muerte de Cristo nos compró al mismo tiempo vida y libertad. Viernes santo es un día solemne y serio, pero abre el camino para la alegría pascual. 

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