Monday, June 29, 2020

5 de julio de 2020 - XIV domingo del tiempo ordinario - homilia - Mateo 11:25-30, Romanos 8:18-23

      Soren Kierkegaard era filósofo existencialista en el siglo XIX.  Yo estudiaba sus escrituras en el seminario.  Cuando asistía a la conferencia en Chicago, un sacerdote hablaba sobre esta oración de Kierkegaard.  Kierkegaard escribió: 
      “Tu nos amaste primero, Señor, hablamos de  ti como si nos hubieras amado primero una sola vez; sin embrago, continuamente, día tras día durante toda nuestra vida tú nos amas primero.
Cuando cada mañana me despierto y levanto a ti mi alma, tú eres el primero, tú me amas primero. Si me levanto al alba e inmediatamente  levanto hacia ti mi espíritu y mi oración, tu me precedes, Tu ya me has amado primero. Y siempre así. Y somos tan desagradecidos que hablamos como si Tú nos hubieses amado primero una sola vez.” 
     No importa qué es la situación, Dios está allí con nosotros. Posiblemente, no lo veamos. Posiblemente, no lo reconozcamos. Posiblemente, lo negamos. Posiblemente, no lo entendamos. Pero él está allí. Y él estaba allí primeramente, como Kierkegaard expresa en las palabras en su oración.
     Ustedes conocen que me gusta muchísimo el equipo de beisbol - los Cachorros de Chicago. En 2016, cuando yo estaba en Chicago ateniendo una conferencia, los Cachorros estaban en la ciudad al mismo tiempo. Yo tenía muchas ganas para ir a este partido de beisbol y no podía dejar pasar esa oportunidad. Un amigo mío preguntó por última vez cuando fui a ver a los Cachorros. Fue en 1996. Y el tiempo antes de eso, yo tenía 11 años de edad! Me recuerdo que en mi niñez , mi mamá y todos mis tíos y mis tías, y mi abuelo - ellos estaban aficionados del equipo de los Cachorros.  Siempre tuvimos muchas ganas que los Cachorros ganaría, pero, al fin, para ser aficionados, no importaba si los Cachorros ganaban o perdían. Siempre quería mirar los partidos en WGN en el Tele.  Y como niño, aunque veía a los Cachorros tener una temporada perdida casi cada año, ellos estaban nuestro equipo, el equipo de mi ciudad y mi familia y mis amigos. Cuando fui al partido de los Cachorros el 4 de julio en 2016, fue el muchedumbre mas grande que tuvieron en un partido de temporada regular en más de 4 años.
      Yo se que muchos de ustedes son aficionados de los equipos de deportes - el equipo de futbol de Mexico y otros equipos aquí en los EEUU.  Pero, el amor que tenemos por nuestros equipos deportivos, la amistad que nos sentimos con los demás aficionados, eso no es nada como el amor que Dios tiene por nosotros o por la comunidad que tenemos en la comunidad de los discípulos de Cristo. 
      Yo reflexionaba sobre esta oración de Soren Kierkegaard en el contexto de la lectura de San Pablo en su carta a los Romanos. Pablo nos habla hoy de dos yugos: el yugo de la carne y el yugo del Espíritu. Antes de nuestro bautismo en la fe, somos de la carne y somos deudores a la carne. Con nuestro discipulado en Cristo, con el Espíritu Santo trabajando en nuestra vida, somos liberados del pecado, del yugo de la carne para renacer como nuevas creaciones a la luz de Cristo. Sin embargo, continuamos pecando, continuamos siendo atraídos lejos de Dios y sus leyes. Sin embargo, somos constantemente llamados de nuevo al amor de Dios, al amor de Cristo, al Espíritu que nos llevará de regreso con la gracia de Dios.
      En el evangelio de hoy, Cristo dice: "Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón,  y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera."  Si, podemos poner nuestros problemas y nuestros desafíos en los brazos de Cristo.  El puede ayudarnos en nuestro camino.  Con él, podemos encontrar descanso.  Con él, podemos encontrar un yugo diferente del yugo del mundo.  Podemos encontrar a nuestro Señor Jesucristo hoy en la realidad de nuestro camino.  Pero, no solo hoy - también, cada momento de nuestro camino.  

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