Wednesday, December 30, 2015

1/1/2016 – Solemnidad de María, la Madre de Dios – Números 6, 22-27; Lucas 2, 16-21

       En la eucaristía, damos gracias por nuestra fe y por la salvación que tenemos en nuestro Señor Jesucristo.  Estamos en la temporada de navidad, cuando celebramos el nacimiento de Cristo.  Hoy, celebramos el fin del año de 2015 y inauguramos el nuevo año de 2016.  El primer día de enero, nuestra Iglesia católica tiene la jornada mundial de oración por la paz.  Este día, el Papa Francisco anuncia un mensaje de paz al mundo. Cuando yo estaba en Roma con un grupo de jóvenes de nuestro diócesis en 2011 por la misa de María, la Madre de Dios, yo me recuerdo esta experiencia de escuchar al mensaje de paz del Papa.  Hoy, en la solemnidad de Santa María, la Madre de Dios, honramos nuestra Madre y la Madre de Jesucristo.
        En la primera lectura del Libro de los Números, escuchamos a una bendición que Dios da al pueblo de Israel.  Dice esta bendición: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz.” Dios expresa su fidelidad y su bondad a su pueblo con esta bendición.  La encarnación de Jesús en nuestro mundo, nacido de la Virgen María, es una bendición para todos los hombres, una bendición en la historia de salvación que tenemos en Él.  Cuando María escuchaba el mensaje divino que los pastores recibieron en el Evangelio de hoy, María conservaba este mensaje en su corazón y meditaba sobre su importancia.   Con la encarnación de Dios en el mundo, con el papel de María en la historia de salvación, Dios está con nosotros.
         En esta solemnidad de María, la Madre de Dio, podemos reconocer que la Iglesia Católica quiere comenzar el nuevo año con las oraciones y las intercesiones de la Virgen María, de su protección.  En el año 431, en el Concilio de Éfeso, en la ciudad donde la Virgen María pasaba sus últimos años después de la muerte de su hijo, había la declaración que en Jesús había una única persona, por lo que bien podía afirmarse que: “La Virgen María sí es la Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios.”
        El título “la Madre de Dios” es el titulo principal y más importante de la Virgen María.  De este título depende todos los demás títulos que ella tiene.  En nuestra vida de fe, en nuestra piedad popular en la Iglesia Católica, María es “Madre Nuestra.”  Por esta razón, con gozo y con fe, podemos comenzar este nuevo año con la protección y el cuidado de nuestra Madre.  En esta Jornada por la Paz le pedimos, sobre todo, que María, nuestra Madre y la Madre de Dios, nos enseña los caminos y los pasos para construir un mundo donde reine la paz, una paz fruto de la justicia y de nuestra fe.  Vamos a terminar con la oración por este Día de Paz, con el tema: Vence la indiferencia y conquista la paz.

Con demasiada frecuencia, Señor, damos la espalda a los muchos
problemas del mundo, que parecen demasiado grandes, demasiado
complejos o demasiado lejanos.
Perdónanos nuestra indiferencia.

Es más fácil, Señor, ver solamente lo que nos rodea:
nuestras vidas, nuestros hogares, nuestros desafíos.
Perdónanos nuestro aislamiento.

Ayúdanos a ver con tus ojos:
ojos para fijarnos el uno en el otro
y para ayudarnos a entender.

Ayúdanos a soñar tu sueño:
de comunidades que se acercan y dialogan
y donde diversas personas cooperan creativamente.

Ayúdanos a ser personas solidarias y de acción,
tan conmovidas por la oración, el encuentro y la comprensión
que la paz pueda hacerse realidad.

Amén.

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