Thursday, December 24, 2015

24 de diciembre de 2015 – La Noche Buena – el Nacimiento de Nuestro Salvador - Lucas 2,1-14

      Escuchamos mucho del profeta Isaías durante las cuatro semanas del adviento en esta temporada de espera y de preparación antes de la celebración de navidad.  Isaías fue un gran profeta y mensajero en Israel. Él predicaba el nacimiento del Salvador.  Isaías nos proclama hoy - "El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz."  Sabemos que la luz que Isaías se refiere es Jesucristo, cuyo nacimiento celebramos hoy.
       En verdad, venimos juntos como una comunidad de fe a la Eucaristía para celebrar el nacimiento de nuestro Salvador.  Venimos para celebrar nuestro Dios que se hizo hombre, que se hizo niño pequeño.  Venimos a participar y celebrar en la misa esta Noche Buena.  Alegrarnos de este suceso tan increíble y único, como vinieron otra noche unos cuantos pastores en el campo con su rabaño, a asistir a su nacimiento y a rodear su cuna. Pero, ¿qué pasa realmente en Navidad? ¿Qué hace Cristo para nosotros en Navidad?
       En realidad, Cristo viene a traernos la luz.  La luz de Cristo puede cambiar nuestra vida y nuestro mundo.  Es una luz que puede ayudarnos con las miserias y las limitaciones que existen en nuestra vida.  Es una luz que exige cambios en nuestra existencia.
        Cristo viene al mundo para llenarnos de alegría.  En el Evangelio de hoy, el ángel anuncia a los pastores: “No teman, les traigo una buena noticia, que causara gran alegría a todo el pueblo”.  Es un mensaje de alegría, porque tenemos un Dios de amor y misericordia, un Dios que quiere acercarse hasta el hombre, que se hace hombre.  Dios está con nosotros en nuestro camino.   Él comparte nuestras penas y miserias, nuestras angustias y esperanzas.  En el niño Jesús que nació en el pesebre en Belén, Dios vino para traernos la salvación y la vida eterna.  Cristo vino para traemos la felicidad, una felicidad que traspasa todos los horizontes terrenos para llevarnos a la felicidad verdadera que existe solamente en nuestra fe y en nuestro Dios.
      Estamos en el camino del Año de Misericordia declarado por el Papa Francisco.  Debemos ser misericordioso como Dios Padre.   Nuestra misión diaria es convertirnos en luz. Que la luz de Cristo nos penetre, nos transforme, nos guie.   Nuestra misión es convertirnos en alegría y ser testigos de la alegría cristiana.  El mensaje de Cristo es un mensaje de luz y salvación, no de condenación.  Es un mensaje de liberación, no de opresión.  Es un mensaje de alegría, no de tristeza.
        Mis hermanos, el nacimiento de Cristo que hoy celebramos es el nacimiento de Dios con nosotros, por supuesto, pero es  nuestro nacimiento también. Es el nacimiento de nuestro camino de fe.  Esta noche tiene que nacer algo en cada uno de nosotros.  La maravilla de esta noche de Navidad es que el Niño Dios, en el corazón de cada uno de nosotros, pueda volver a nacer y a vivir.

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