Thursday, April 23, 2020

26 de abril de 2020 - tercer domingo de la temporada de pascua - Lucas 24:13-35

      Dos discípulos de Jesús viajan por el camino. Esta vez, el camino de estos discípulos no conduce a la sanación de un enfermo o al encuentro con Jesucristo como hicieron en este camino muchas veces antes. El camino este día por estos discípulos es un camino de desconcierto y frustración, un camino sin esperanza y sin claridad. 
       Estos dos discípulos en el camino de Emaús representan a muchas personas que han tenido contacto con Jesucristo en sus vidas en Israel – con sus milagros y sus curaciones y su entusiasmo. Ellos no pueden comprender que el Jesús de la cruz sea ese Dios que ellos se imaginaron.  El dolor y el sufrimiento son realidades de la vida humana. Son puertas que no queremos abrir. Nosotros conocemos esta realidad en este momento en nuestro mundo.  Aquí en Mississippi, en todos los partes de los Estados Unidos, y muchos países del mundo, hay una crisis, una pandemia.  Hay muchos enfermos, muchos muertos, y destrucción económica en todo el mundo. Nuestra realidad ahora y la pandemia en el mundo pueden decir eso: El dolor es algo malo, seguramente, pero el dolor puede dar un motivo de salvación.  El dolor puede darnos un oportunidad para mirar las bendiciones de Dios en nuestra vida. Los dos discípulos iban por el camino a Emaús llenos de dolor y tristeza.  No tenían un sentido de gozo y resurrección en este camino después de la muerte de su maestro. Jesús se puso a su lado en el camino, pero no le reconocían. El dolor cerró sus ojos y sus corazones.  Los dos discípulos le contaban a Jesús su versión de lo que había ocurrido, pero una versión sin esperanza.  Se sentaban a la mesa con Cristo y de nuevo tomaba el pan y dando gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En ese momento se les abrieron los ojos y le reconocieron.  Antes de su muerte en la cruz, el último gesto que tuvo Jesús con los Apóstoles fue la cena.  Ahora, en la realidad de la resurrección, Cristo hace de nuevo el gesto de la fracción del pan, que alimenta, que salva, que abre los ojos a toda la humanidad. 
       Hay crisis y mucha destrucción en nuestra comunidad y en el mundo.  Pero, en este momento, podemos reconocer que hay muchos tipos de encuentros con Cristo en nuestra vida.  Tuvimos el rostro de Cristo con nosotros con la ayuda de muchos miembros de nuestra comunidad.  Los trabajadores en las tiendas y los profesionales en los hospitales están aquí por la comunidad. Muchas personas quieren ayudar en esta crisis.   La Eucaristía también es un lugar especial del encuentro con El.  La vida cristiana – la Eucaristía - la misa - es la intersección de la Cruz y la Resurrección.  Cristo resucitó y la resurrección tiene una realidad en nuestra vida. Pero, ¿donde está Jesucristo ahora?  Cristo no está en el sepulcro. El sepulcro esta vacío.  En verdad, la resurrección no es un retorno al pasado. El verdadero encuentro con Cristo está hoy en la Palabra, en la Eucaristía, en la profesión de fe que hacemos como una comunidad, en el pueblo de Dios.  El Señor está en la vida nueva que ha llegado en la transformación del sufrimiento de este mundo.   El Señor está en la esperanza que tenemos esta semana en la mitad de nuestro dolor y nuestros sufrimientos.   Tenemos un encuentro con el camino de salvación en la realidad de nuestra vida.  Como los dos discípulos en el camino a Emaús, podemos reconocer la presencia de Jesucristo con nosotros en muchos sentidos. 

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