Thursday, March 5, 2020

8 de marzo de 2020 – el segundo domingo de cuaresma – Ciclo A - Mateo 17,1-7

       La palabra “transfigurado” está en el Evangelio en el segundo domingo de nuestro camino cuaresmal, pero no es una palabra que usamos en la conversación cada día. El diccionario da esta definición de esta palabra – “transfiguración” – un cambio en forma y aparición, una exaltación, una glorificación, o un cambio espiritual. Miramos una transfiguración – una transformación – en Cristo y en el ambiente en el Evangelio en la cumbre de la montaña: su rostro brillante como el sol, sus vestiduras blancas, una conversación entre Cristo y los profetas Elías y Moisés, y una voz que vino de los cielos.  Los discípulos de Cristo miraron esta transformación para conocer su identidad verdadera.  Ellos miraron sus milagros de curación y su manera de caminar sobre agua, pero todavía comienzan a entender los aspectos de la identidad de Cristo como Hijo de Dios.
      Podemos imaginar el miedo que los discípulos tenían cuando estaban con Jesús en esta cumbre. Jesús se acercó a ellos, los tocó, y anunció – “No tengan miedo.”  Los discípulos bajaron de la montaña con Cristo – no quedaron allí.  Cristo explicó a sus discípulos que morirá y resucitará de los muertos, que su camino tendrá sufrimientos y angustia, no solo la gloria de la montaña. 
       Jesús tenía esta transformación, pero los discípulos tenían una transformación también.  En verdad, Dios puede venir a los hombres no solo en una voz de los cielos, pero Dios puede venir a cada uno de nosotros en las palabras y las acciones de Jesucristo, en las palabras y las acciones que están presente con nosotros en maneras diferentes.  Jesús bajaba de la montaña a los hombres en la tierra – a los lamentadores, a las personas solitarias, a las personas luchando con adicciones con drogas y alcohol, a los oprimidos, y a las personas con una vida vacía.  La voz de los cielos dijo – “Este e mi Hijo muy amado…. escúchenlo.”  Pero no escuchamos solo con los oídos. También, escuchamos con el corazón. Es parecido a la llamada que tenemos en Cuaresma para buscar a Dios en todas las cosas. 
       Buscamos a Dios y tal vez lo encontramos y lo reconocimos, escuchamos su mensaje, pero no es suficiente. Si este mensaje no nos transforma y no convierte nuestros corazones, no estamos abierto a Dios, no lo encontramos en su plenitud.  
      Leí en un periódico que el mensaje frecuente de nuestro Papa Francisco es eso: la palabra italiana “AVANTI” que significa “Vaya adelante!”  El Papa dice que la Iglesia tiene una misión para evangelizar, de ir delante de ella misma. A veces tenemos miedo para ir adelante, para ir al mundo, pero el Papa Francisco dice que no podemos olvidar que somos las ovejas del rebaño de Cristo, que necesitamos tener perseverancia e ir al mundo en humildad cuando predicamos el Evangelio, inclusivo de las situaciones cuando tenemos miedo.  Cuando tenemos una transformación en Cristo, necesitamos ir como testigos con una sonrisa; como testigos del gozo, del amor, y de la caridad.  Tenemos la llamada y la responsabilidad de compartir la gracia de Dios con el mundo, especialmente con los pobres, los enfermos, y las personas en los margines de la sociedad.

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