Thursday, March 12, 2020

15 de marzo de 2020 – el tercer domingo de Cuaresma – Ciclo A – Juan 4, 5-15, 19B-26, 39A, 40-42

    Antes de ser misionero, trabajaba como voluntario en el Cuerpo de Paz Norte Americano en el país de Guinea en África.  Cuando llegaba en la isla de Kassa de la costa de Guinea, me daba cuenta que debería vivir en una pequeña choza hecha de ladrillos de barro – un hogar muy primitivo. También, me daba cuenta que necesitaba caminar más de una milla en un sendero para sacar agua de un pozo para mis necesidades de agua potable y de baño.  La primera vez que fui al pozo  veía un gran grupo de 25 mujeres se reunía allí, esperando su turno para obtener agua.  Ellas estaban conversando y socializando juntos.  Varias de estas mujeres empezaron a reír y gritar, mirando el balde subiendo en el pozo.  Vi a una gran tortuga en el balde de agua, moviendo y tratando de salir - una sorpresa para este grupo de mujeres.  Fui a mi choza, y  me daba cuenta de que yo era el único hombre allí al pozo.  Desde ese primer día en esta aldea en África con mi primer viaje al pozo, me deba cuenta que estaba en una cultura muy diferente, con reglas y tradiciones diferentes que tenemos en los EE.UU. De hecho, yo era el único cristiano que vivía en esta isla 3.000 habitantes, la mayoría de los cuales eran musulmanes o seguidores de las religiones tribales africanas.  Con mi fe y mi propia experiencia, servía al pueblo de esa isla como voluntario del Cuerpo de Paz.  Estaba una experiencia muy profunda para mi.  
      Pensaba en mis experiencias en África cuando leía sobre la mujer samaritana en el Evangelio.  Jesús se encontraba con ella en medio de su realidad, tal como él se encuentra con nosotros en nuestra propia realidad también.  En el Evangelio, Jesús estaba cansado y sediento de un largo viaje, se encontraba con la mujer samaritana en el pozo y le preguntaba por un trago de agua.  Esto no es un choque para nosotros, pero visto a través de las normas sociales del Antiguo Israel, fue un acto muy atrevido.
      El pozo era la fuente de agua y la fuente de vida de las pequeñas comunidades de Israel.  Las mujeres se reunieron en el pozo dos veces al día para obtener el agua para sus familias.  El sol del medio día estaba muy fuerte, así que esta tarea se llevó a cabo en la madrugada y las horas de la noche como todas las mujeres se reunieron en el pozo al mismo tiempo.   Ir al pozo no era sólo una tarea - también era una actividad social para las mujeres cuando se tomaron un descanso de sus tareas del hogar.  
       No es una sorpresa que Jesús estaba con ella en el pozo al mismo tiempo, pero fue valiente que ellos hablaban en público, ya que los hombres de esa sociedad no hablaron con mujeres desconocidas en lugares públicos. Se establecieron las barreras en los tiempos bíblicos para mantener a ciertas personas de diferencia.  La ley judía mantenía que los judíos de Judea no podían tener contacto con los samaritanos, ya que los samaritanos se casaron con la población local y fueron vistos como habiendo corrompido su herencia judía.  Jesús rompía esta barrera con su interacción con la mujer samaritana.
       A veces la vida no sale como esperamos - sabemos eso a partir de nuestras propias experiencias.  En algún momento nos golpeamos con la adversidad o la crisis, con los desafíos o las luchas.  Jesús percibía la existencia de esas cosas que existían en la vida de la mujer samaritana. Cristo entraba en su realidad.  Ella entraba en la realidad de Cristo, dándole un trago de agua.   Anteriormente, la mujer samaritana estaba incapaz de alejarse de las heridas y pecados que tenía en su vida, pero ahora tiene una conversión como fruto de su interacción con Jesús.  Se convierte para ser discípulo en el contexto de su realidad.  Su conversión y su testimonio son instrumentales en la conversión de toda su aldea en su discipulado.
      Buscamos a Dios en todas las cosas.  Nosotros lo buscamos en medio de la adversidad y la luchas de nuestra vida, en medio de los desafíos y las tragedias.  Leía un libro de un sacerdote jesuita de la India - Paul Countinho.  El título de este libro contiene una pregunta muy interesante : ¿Qué tan grande es tu Dios ?  ¿Es nuestro Dios sólo una teología o una lista de mandamientos o un montón de escritos en la Biblia ?  O es Dios para nosotros una experiencia y una relación?  La mujer samaritana utilizó su relación con Jesús para cambiar su manera de vivir y para evangelizar a su prójimo. ¿Estamos dispuestos a hacer lo mismo?

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