Empezamos el tiempo de cuaresma con una mancha de cenizas en nuestra frentes en el miércoles de ceniza. En el domingo pasado, empezamos el primer domingo de cuaresma con el Evangelio de Cristo en el desierto con las tentaciones. Hoy, en el segundo domingo de cuaresma, tenemos el encuentro de Jesucristo y tres de sus queridos apóstoles en el Monte Tabor. La iluminación de Cristo y sus apóstoles es el centro del Evangelio de hoy. Cristo va al monte con tres apóstoles. En este monte, la divinidad de Cristo se revela a estos discípulos por medio de una luz milagrosa, por medio de iluminación. En esta luz brillante, Pedro, Santiago y Juan pueden ver y comprender quién es realmente Jesucristo.
Todos nosotros probablemente necesitamos algún tipo de iluminación en nuestras vidas para que podamos percibir la manera que Dios está verdaderamente presente con nosotros. El monje Tomás Merton cuenta cómo su vida se iluminaba mientras caminaba por el centro de la ciudad de Louisville, Kentucky. Mirando a la multitud en el centro de la ciudad, Merton se vio con ternura a la gente en la calle, a pesar de que era desconocida para él. C. Merton dijo que en este experiencia, era despertando de un sueño de la separación que existe en su vida, del punto de vista que tenía, de la renuncia y la santidad falsa que tenía en su vida. Merton se sintió mucha alegría de ser miembro de la raza humana, de compartir su humanidad con la humanidad de nuestro Salvador, Jesucristo. Merton era monje durante 17 años cuando tuvo esta iluminación. Se le hizo darse cuenta de que a pesar de que era monje, que era todavía una parte del mundo, y la santidad no era una cualidad independiente que solo puede tener en el monasterio. Merton experimentó la santidad en el centro de esta ciudad sabiendo que él se unió con la humanidad de sus hermanos en el mundo.
Caminamos con Jesús en el desierto durante estos 40 días de cuaresma, un camino muy duro. Pero, el Evangelio de la Transfiguración de Jesucristo hoy es un aviso de la luz que siempre está con nosotros en la presencia de Jesús en el mundo, como Jesús es de hecho la plena manifestación de la luz de Dios. La luz que brilla en Jesús en la transfiguración - la luz que brilla en Jesús en su resurrección en la celebración de Pascua al fin de nuestro camino cuaresmal - es la luz de su triunfo sobre las tinieblas del mundo. En nuestro camino de 40 días de cuaresma, vamos a emerger de la tinieblas también. Tenemos la llamada de ser hijos de la luz. Las disciplinas cuaresmales de la oración, el ayuno y las obras de caridad pueden ayudarnos en el camino a la iluminación.
Sin embargo, a contemplar la Transfiguración, no debemos olvidar que Jesús y sus tres discípulos no permanecieron en la cima del monte para siempre. Bajaron y trajeron la iluminación al pueblo en la llanura. También, debemos traer la iluminación que recibimos como discípulos de Cristo a nuestro prójimo. Debemos llevar las enseñanzas de nuestro camino cuaresmal a nuestra vida diaria y para el resto del año. Continuamos nuestro camino cuaresmal en este segundo domingo de Cuaresma. Mi oración hoy es que la luz de la Transfiguración nos anima y nos da fuerza en nuestro camino cuaresmal.
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