Hoy, celebramos la Ascensión de Nuestro Señor a
los cielos. En el inicio del libro de los Hechos de los Apóstoles,
Lucas nos presenta una narración corta de la Ascensión de Jesús a los cielos. San Lucas afirma que Jesucristo Resucitado dio a
los Apóstoles “numerosas pruebas de que estaba vivo”, y “durante cuarenta días
les habló sobre el Reino de Dios.” Los Hechos de los Apóstoles nos dicen que en su
última aparición, Jesucristo “se fue elevando a la vista de los apóstoles,
hasta que una nube lo ocultó a sus ojos”. En este momento, dos Ángeles - dos hombres
vestidos en blanco - hablaron a los apóstoles, preguntando porque ellos están
mirando al cielo. En estas palabras, la intención de los dos ángeles
es que los apóstoles necesitan tener ánimo, que ellos necesitan iniciar el
trabajo de la Iglesia aquí en la tierra. En verdad, podemos decir que la ascensión de
Jesucristo es el nacimiento del tiempo de la Iglesia - como un pueblo de la
nueva alianza y como una nueva humanidad.
Como el pueblo de Dios en la tierra que vive en
la realidad de la ascensión de Cristo, tenemos el mandato que Jesús dio a los
apóstoles al fin del Evangelio de San Mateo, para “hacer discípulos entre todos
los pueblos”. El mensaje del Evangelio es un eco del mensaje de
los ángeles en los Hechos de los Apóstoles - para hacer algo sobre nuestra fe,
para hacer acciones en el mundo. A nosotros, sus discípulos, Jesús nos envía a
hacer otros discípulos. Podemos darnos cuenta que hay una universalidad
del envío de Jesús a hacer discípulos entre todos los pueblos. Este universalismo del mandato misionero de la
Iglesia supera cualquiera limitación que había en del Antiguo Testamento al
Pueblo de Israel. Nuestra misión es tan extensa como el mundo
entero y tan duradera como toda la historia del mundo.
Cristo nos dice: “Yo estaré con ustedes todos los
días, hasta el fin del mundo” . Es una
promesa de estar siempre con nosotros, sus discípulos. En la Ascensión, cuando Jesús resucitado esta
exaltado a la derecha del Padre, cuando El sube al cielo y parece que se aleja
de nosotros, necesitamos darnos cuenta que precisamente en este momento Cristo está más cerca de
nosotros. En la Ascensión, él es más que nunca Dios con nosotros.
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