Dos discípulos de Jesús
van por el camino. Esta vez, el caminar de
estos discípulos no conduce a la curación de un enfermo o al encuentro con
Jesucristo como hicieron en este camino muchas veces antes. El camino este día por
estos discípulos es un camino de desconcierto y frustración, es un camino sin
esperanza y sin foco claro.
Estos dos discípulos en
el camino de Emaús representan a mucho millones de personas que han tenido
contacto con Jesucristo en sus vidas en Israel – con sus milagros y sus
curaciones y su entusiasmo. Ellos no pueden
comprender que el Jesús de la cruz sea ese Dios que ellos se imaginan. El dolor y el
sufrimiento son realidades de la vida humana.
Son puertas que no queremos abrir. Nosotros conocemos esta
realidad esta semana en Tupelo con mucha profundidad con el tornado que
tuvimos, con la destrucción que tuvimos en nuestras casas, en nuestros
negocios, en nuestra iglesia, y en nuestra comunidad. El dolor es algo malo,
es seguro, pero el dolor puede dar un motivo de salvación. El dolor puede darnos un oportunidad para
mirar las bendiciones de Dios en nuestra vida. Los dos discípulos iban
por el camino a Emaús llenos de dolor y tristeza. No tenían un sentido de
gozo y resurrección en este camino después de la muerte de su maestro. Jesús se puso a su lado
en el camino, pero no le reconocían. El dolor cerró sus ojos
y sus corazones. Los dos discípulos le
contaban a Jesús la versión de lo que había ocurrido, pero una versión sin
esperanza. Se sentaban a la mesa
con Cristo y de nuevo tomaba el pan y dando gracias a Dios, lo partió y se lo
dio. En ese momento se les abrieron los ojos y le reconocieron. Antes de su muerte en
la cruz, el último gesto que tuvo Jesús con los Apóstoles fue la cena. Ahora, en la realidad
de la resurrección, Cristo hace de nuevo el gesto de la fracción del pan, que
alimenta, que salva, que abre los ojos a toda la humanidad.
Hay mucha destrucción en
nuestra comunidad esta semana – mucho dolor – pero muchos milagros también. Es un milagro que
Elquin y Franci y su familia están con nosotros hoy. Es un milagro que
podemos tener la misa en el centro esta tarde.
Podemos tener muchos
tipos de encuentros con Cristo en nuestra vida. Tuvimos el rostro de
Cristo con nosotros con la ayuda de muchos miembros de nuestra Iglesia, con la
ayuda de amigos y extranjeros también. Muchos
de ustedes vinieron para ayudarnos esta semana, y por eso, estamos muy
agradecidos. La Eucaristía tambien
es un lugar especial del encuentro con El. La vida cristiana – la
Eucaristía es la intersección de la Cruz y la Resurrección. Cristo resucitó y la
resurrección tiene una realidad en nuestra vida. Pero, donde está
Jesucristo ahora. Cristo no está en el
sepulcro. El sepulcro esta vacío. En verdad, la
resurrección no es un retorno al pasado. El verdadero encuentro con Cristo está
hoy en la Palabra, en la Eucaristía, en la profesión de fe que hacemos como una
comunidad, en el pueblo de Dios. El Señor está en la
vida nueva que ha llegado en la transformación del sufrimiento de este mundo. El Señor está en la
esperanza que tenemos esta semana en la mitad de nuestro dolor y nuestros
sufrimientos. Tenemos un encuentro
con el camino de salvación en la realidad de nuestra vida. Como los dos discípulos
en el camino a Emaús, podemos reconocer la presencia de Jesucristo con nosotros
en muchos sentidos.
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