Friday, May 23, 2014

5/24/2014 – sexto Domingo de Pascua – Juan 14,15-21

      Hoy, como escuchamos el Evangelio de Juan en la mitad de nuestro camino en el tiempo de Pascua, no podemos olvidar que el Espíritu Santo está presente en la vida de aquella persona que sigue a Cristo resucitado.  Fue Cristo, nuestro Señor, que nos presentó el Espíritu Santo, nuestro digno defensor.
        Hoy, Jesús nos dice: "Si me aman, obedecerán mis mandamientos."  Amar de verdad, en la forma de Dios, es obedecer su voluntad en nuestra vida.   Pero ¿Cómo puede una persona obedecer a quien desconoce?  Hay personas que "piensan" que creen en Dios.  Hay otras personas que dicen "Si, tengo fe".  Otras personas dicen que "creen en Dios más que nadie..."  Pero, no es suficiente creer que se tiene fe.  Necesitamos vivir la fe en la profundidad del corazón y en nuestra vida diaria.  Vemos con frecuencia como personas que dicen tener fe viven en una realidad muy inmadura, una realidad muy floja en la superficie.  Jesucristo nos promete un Defensor – el Espíritu Santo - para que la experiencia de fe en nuestra vida se acerque más y más a Dios.
      El Espíritu de la verdad está siempre con nosotros.  Si somos ciegos, la luz del Espíritu brilla constantemente para darnos la vista en la mitad de las tinieblas del mundo.  Si somos sordos, el Espíritu continúa hablándonos insistentemente.  Si oramos, el Espíritu ora con nosotros; pero, si no oramos, el Espíritu esta también para darnos inspiración y animo.  En nuestra maldad y en nuestra bondad, el Espíritu está con nosotros.  En nuestro dolor y en nuestra alegría, el Espíritu está ahí.  En nuestro morir y en nuestro vivir, El Espíritu está con nosotros.  Tú estás siempre, Espíritu Santo, con nosotros en nuestro camino.
       El Espíritu de la verdad que Jesús nos promete nos defiende.  El Espíritu Santo nos defiende de nosotros mismos, de nuestros temores, de nuestros demonios, de las sombras de nuestro corazones. El Espíritu de la Verdad nos defiende del mundo que no quiere conocer ni ver a Dios.  El Espíritu nos defiende de las ideologías y de las filosofías que intentan ocultar la propia realidad y la dignidad humana.  Nos defiende de nuestra división interior, de nuestros pensamientos y sentimientos y razonamientos que son contra nuestra fe.
        No podemos olvidar - Jesús no nos abandona.  En verdad, Jesús sabe nuestras miserias y nuestros sufrimientos.   Jesús nos da el Espíritu Santo, nuestro Consejero.  El Espíritu está siempre a nuestro lado.  Es su misión, no para tomar decisiones por nosotros, sino para ser nuestra fortaleza, nuestra luz, nuestro guía, nuestro amigo.  El Espíritu Santo, nuestro Consejero, nuestro defensor, actúa siempre en nuestra vida y nos enseña que el amor de Dios no es como nuestro amor humano.   Es un amor y una presencia muy diferente. 

No comments:

Post a Comment