Friday, February 18, 2022

20 de febrero de 2022 - séptimo domingo del tiempo ordinario - ciclo C - Lucas 6:27-38

      En el norte del país de Chile se encuentra el desierto de Atacama, uno de los ambientes más secos y más duros del mundo.  El desierto de Atacama es también un lugar de gran riqueza mineral, con una gran cantidad de minas ubicadas allí. El 5 de agosto de 2010, hubo un colapso en la mina San José de oro y cobre en el desierto de Atacama, que atrapó a 33 hombres a casi media milla bajo tierra. Afortunadamente, este grupo de mineros estaba encabezado por un líder valiente, su capataz Luis Urzúa, quien reconoció la gravedad del accidente. Urzúa se hizo cargo de esta situación desafiante, organizando a los mineros para su supervivencia a largo plazo.  En lugar de entrar en pánico y reaccionar de forma exagerada, ayudó a sus hombres a afrontar mentalmente la crisis. Él oraba con los mineros también. Él hizo mapas detallados del área para ayudar con el esfuerzo de rescate y coordinó con los ingenieros en la superficie. Cuando los mineros finalmente fueron rescatados 69 días después, el 13 de octubre, el capataz Luis Urzúa fue el último hombre en ser rescatado. Se mantuvo tranquilo y calmado bajo presión, simplemente comentando "Ha sido un turno un poco largo".

     El capataz de estos mineros chilenos atrapados mostró un liderazgo extraordinario en un momento de gran crisis, ganándose la lealtad y el amor de los mineros. Sin embargo, esto no es nada comparado con el liderazgo que ejemplifica Jesucristo, cómo desafió las expectativas y enseñó al pueblo a ver a Dios de una manera nueva.  Como sus discípulos, Jesucristo quiere que hagamos cosas que pueden parecer imposibles: poner la otra mejilla, no tomar represalias contra alguien que nos hace daño, amar a nuestros enemigos, no juzgar a los demás, y orar por aquellos que nos atacan.  Esto es lo que Jesús espera de nosotros como sus discípulos, eso lo sabemos, pero también sabemos que hacer esto es muy difícil en la realidad de la vida.  El Evangelio este domingo termina con Jesucristo diciéndonos algo aún más extraordinario: ser perfectos como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Jesús nos desafía a esforzarnos por alcanzar la perfección, a vivir los valores del reino de Dios lo mejor que podamos en la realidad de la vida, a vivir el propósito de Dios para nosotros aquí en la tierra, aunque nunca alcancemos esta perfección.

      En la primera lectura del primer libro de Samuel, escuchamos que David practicó la misericordia y el perdón con el rey Saúl. El rey Saúl se dispuso a matar a David, celoso del amor que el pueblo le tiene a David, pero entonces David tiene la oportunidad de matar al mismo rey Saúl. David muestra compasión y misericordia cuando podría haberlo matado con retribución y venganza. Tenemos otros numerosos ejemplos de cristianos que han seguido la enseñanza de Cristo que se encuentran en el Evangelio este domingo. Una tarde de 1944, en la Francia ocupada por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, Pierre-Marie Théas, el obispo de Montauban, habló en su catedral contra la persecución de los judíos y la deportación de los franceses como trabajadores forzados.  La noche siguiente fue arrestado por los soldados alemanes.  El obispo fue enviado a un campo de detención en Compiègne, Francia, desde donde la mayoría de los prisioneros fueron transportados a campos de concentración en Alemania a su muerte.  El obispo Théas fue encarcelado con protestantes, judíos, no creyentes, y jóvenes trabajadores de la resistencia.  Cuando algunos prisioneros le pidieron por su ayuda pastoral, el obispo predicó sobre el perdón, sugirió que deberían orar por sus captores.  Esto provocó la indignación de los otros prisioneros. El obispo Théas les respondió: “Amigos míos, no puedo proclamar nada excepto lo que dijo el Señor: Amen a sus enemigos. Ni mas ni menos." El obispo Théas fue liberado del campo de concentración después de diez semanas y regresó a su parroquia. Después de la conclusión de la guerra, se convirtió en el primer presidente del movimiento por la reconciliación y la paz llamado Pax Christi. Este grupo, destinado al principio a trabajar en la reconciliación entre los países de Francia y Alemania, fue reconocido por el Papa Pío XII como un Movimiento Católico por la Paz oficial. Hoy, esa influyente organización, Pax Christi Internacional, declara que su misión es “transformar un mundo sacudido por la violencia, el terrorismo, la profundización de las desigualdades y la inseguridad global.”

       Hoy, vemos personas que usan su influencia y poder de maneras diferentes.  Algunos usan el poder para impresionar a otros y vivir un estilo de vida lujoso. Algunos políticos usan su poder para ayudar a sus amigos y para obtener beneficios personales, en lugar de trabajar por la justicia.  Algunos usan el poder para oprimir a otros, para vengarse.  Otros usan el poder para intimidar a otros y arremeter contra otros con ira y despecho.  Sin embargo, vemos a otros usando el poder de acuerdo con las enseñanzas de Jesucristo, realizando actos de bondad, buscando la reconciliación y el perdón, trabajando para resolver la violencia y el odio, escuchando a nuestro prójimo  y tratando de encontrar puntos en común.

    Este domingo, el Bueno Nuevo de Jesucristo contiene una sabiduría que a menudo es muy diferente del mensaje que recibimos del mundo. Si los cristianos no vivimos este mensaje y lo proclamamos al mundo, entonces no vamos a tener este mensaje en el mundo.

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