Wednesday, December 16, 2020

20 de diciembre de 2020 – El Cuarto Domingo del adviento – Lucas 1, 26-38

      Estamos al último domingo de adviento. Estamos al fin de las cuatro semanas de preparación que tenemos antes del nacimiento de nuestro Señor en nuestro mundo.  En el segundo y en el tercer domingos de adviento, escuchamos la voz de Juan el Bautista.  Juan preparaba un camino para la llegada de Jesucristo.  Juan era la voz gritando en el desierto, un testigo de la luz de Cristo.  En el Evangelio de hoy, escuchamos la voz de otra mensajera en los días de adviento – de nuestra Señora, la Virgen María -  cuando ella recibió el mensaje del Ángel Gabriel. 

        Al inicio de este encuentro entre María y el Ángel en el Evangelio, ella tenía miedo del contenido de este mensaje.  Es verdad, a veces, no queremos escuchar a la voluntad de Dios en nuestra vida.  A veces, tenemos miedo, tenemos dudas, no tenemos confianza en nosotros mismos.  Y no tenemos confianza en Dios y en su voluntad en nuestra vida.  Pero, el Ángel Gabriel le dice a María: “No tengas miedo.”  Dios nos dice lo mismo: que no debemos tener miedo en la presencia de nuestro Señor, que no debemos tener miedo a la realidad y los desafíos de nuestra vida. A veces, tenemos miedo en el camino de fe, porque pensamos que Dios está muy lejos de nosotros. Podemos tener miedo en la realidad de la pandemia que esta nueva realidad en el mundo. Como la Virgen María tenía el favor de Dios en el mensaje del Ángel, nosotros estamos en su favor en una manera como sus discípulos.  Es verdad que Dios no se olvida de nadie, como él no se olvidó de María.   

        María tenía esta experiencia de Dios en su vida.  Tenemos una experiencia de Dios en nuestra vida también, una presencia con él.  Pero, a veces, no nos damos cuenta de esta presencia. Como sacerdote, yo trabajaba mucho con los prisioneros en las cárceles aquí en Mississippi en nuestro ministerio católico.  Me recuerdo, hablaba con los prisioneros de la cárcel un día en mi ministerio, y un prisionero me dijo que no tenía ningún conocimiento de Dios por muchos años antes de ir a la cárcel. Probablemente, la falta de una espiritualidad muy fuerte y una relación con Dios era la razón que estaba en la cárcel.  A veces, estamos en una esclavitud peor de una cárcel cuando estamos afuera de Dios en nuestra vida.  Con el mensaje del Ángel Gabriel, María tenía una propuesta muy importante, y ella tenía la libertad de aceptar o rechazar esta propuesta como nosotros tenemos en nuestra libertad también.  Si no estamos atentos a la voluntad de Dios en nuestra vida, su propuesta para nosotros no significa nada. 

        Al fin de esta semana, en la Noche Buena este viernes, celebramos el nacimiento de Jesucristo en nuestra vida y en nuestro corazón.  La Virgen María nos da un ejemplo muy buena que podemos seguir.  ¿Cómo estamos reaccionando a la presencia de Dios en nuestra vida? ?Estamos consciente a su presencia, a la experiencia que tenemos con él?  En estos días que tenemos antes de la celebración de navidad, necesitamos continuar nuestra preparación para su llegada con alegría y espera.  Demos gracias para tener estas semanas de preparación en nuestra vida, para renovar nuestra fe, y para dar la bienvenida a Cristo cuando llegará en nuestro mundo. 

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