Friday, February 8, 2019

10 de febrero de 2019 – quinto semana del tiempo ordinario – Lucas 5:1-11


       En el Evangelio de hoy, Jesús encontró a Simón y a sus compañeros.  Estos pescadores lavaban sus redes a la orilla.  Jesús dijo a Simón – “Lleva la barca más adentro y echen sus redes para pescar".  Simón y sus amigos eran pescadores con mucha experiencia.  Ellos pescaban toda la noche, y no tenían nada.  Ellos pensaban  – Tal vez, Jesús es loco.  ¿Qué sabe él que no sabemos?  Pero, Simón y sus compañeros tenían confianza en él.  A la orden de Jesús, ellos echaban sus redes al mar.  Y ellos cogían una abundancia de pescados, que sus redes se rompían.  Era en el mismo lugar donde ellos trabajaban todo el día y la noche – un lugar que ellos conocían muy bien.  Y un milagro pasaba aquí mas que ellos podían imaginar.
       Simón Pedro se abrumó con esta experiencia, sintiéndose indigno de recibir tal bendición de Dios. Y podríamos preguntarnos: ¿Tenemos ideas preconcebidas y expectativas rígidas acerca de Dios que limitan la forma en que Dios trabaja en nuestras vidas, que son obstáculos en nuestro camino?  Simón Pedro grita: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un hombre pecador". Ciertamente somos pecadores.  Todos nosotros somos pecadores, sin duda.  Podemos sentirnos tan limitados e insignificantes si reflexionamos  en nuestra identidad como seres creados, en nuestras luchas de fe y confianza.
      A veces, nuestra visión de Dios se distorsiona, aun cuando tenemos intenciones buenas, cuando tenemos una verdadera experiencia de Dios.  Por ejemplo, cuando era misionero en el Ecuador, muchos de los jóvenes tenían un gran temor de Dios, al ver a Dios como un ser poderoso que los castigaría.  Sin embargo, cuando las Escrituras hebreas hablan sobre temer a Dios, es en el sentido de tener respeto y reverencia.  Nuestra experiencia de Dios puede darnos los sentimientos de paz y alegría y maravilla, en lugar de sentimientos de vergüenza e indignidad.  La cruz, el sufrimiento y la pasión de Cristo, y nuestro llamado de obedecer a Dios: estas son verdades esenciales de nuestra fe, pero debemos contestar la cruz y la muerte de Cristo y nuestra obediencia a la salvación y la redención que recibimos libremente de Dios en la resurrección de Cristo.
      Para entender los sentimientos que Pedro expresa hoy, tal vez no sea realmente una vergüenza lo que sienten, sino una expresión de humildad en su intento de determinar cuál es su posición en la realidad de Dios. Cuando nos encontramos cara a cara con la santidad de Dios, nos enfrentamos a nuestras debilidades y limitaciones humanas.  Tal vez Pedro realmente entendía que su luz era pálida en comparación de la luz brillante de Dios. La humildad que sentimos en la presencia de Dios puede ser algo muy bueno si nos ayuda a estar más abiertos al amor de Dios y a su presencia en nuestras vidas. 
       Pedro y los pescadores obedecieron a Jesús al arrojar sus redes. Y ¿qué hay de nosotros? ¿Hay aguas profundas allí donde necesitamos poner nuestras redes más allá de nuestras expectativas, más allá de nuestra zona de confort?  Necesitamos usar nuestra imaginación y liberar nuestras mentes para ver verdaderamente las formas en que Dios está presente en nuestras vidas. 

No comments:

Post a Comment