Monday, January 15, 2018

28 de enero de 2018 – homilia - el cuarto domingo del tiempo ordinario – ciclo B - Marcos 1:21-28

      En nuestro Evangelio de hoy, la gente de Israel reconoce que Jesús habla con autoridad – con autoridad en la sinagoga en la asamblea del sábado, con autoridad cuando el demonio sale a su palabra, con una autoridad muy diferente que los maestros de la le.  
     Hoy, no estamos en Israel en los tiempos de Jesucristo.  Estamos en una parroquia pequeña en un pueblo en Mississippi. Estomas in el mundo moderno, una época muy diferente de la época de Jesucristo.  Pero Cristo nos enseña hoy como él enseñó en esta sinagoga en Cafarnaúm.  Hoy, en su palabra, él habla como un hombre con autoridad.  Pero él no solo habla - él nos ama y él nos conoce.  Él nos trae la salvación y la redención. 
       Para las personas en el mundo antiguo en los tiempos de Jesucristo, ellos tenían creencia en los demonios, en el mundo do los espíritus.  Hoy, en nuestro mundo moderno, muchas personas piensan que esta creencia es una superstición.  Tal vez, no conocemos los demonios en la manera que ellos existen en el Evangelio de hoy, pero si, conocemos los demonios en nuestro mundo, en la realidad de nuestra vida.  Podemos hablar con las personas que viven en las sombras de adicción de las drogas y el alcohol.  Tenemos un mundo moderno donde hay mucha violencia doméstica, donde el terrorismo y el racismo.  Hay muchos demonios que nos asustan en nuestro mundo.
      Si, los demonios existen, pero la autoridad de Jesús existe también a su lado, a nuestro lado.  La autoridad de Jesús nos enseña y vence el mal.   Hay una oración que se llama la Oración de Serenidad.  Esta oración dice: 
La oración por la serenidad lee como sigue
Dios, dame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar;
valor para cambiar las cosas que puedo; y sabiduría para conocer la diferencia.
Viviendo un día a la vez;
Disfrutando un momento a la vez;
Aceptando dificultades como el camino a la paz;
Aceptando, como hizo Él, este mundo pecador tal como es, no como yo lo tendría;
Confiando que Él hará bien todas las cosas si yo me rindo a Su voluntad;
Que yo sea razonablemente feliz en esta vida y supremamente feliz con Él
Para siempre en la próxima.
        Si,  hay las cosas en nuestra vida que podemos cambiar con nuestras fuerzas.  Pero, también, hay las cosas y los demonios que necesitamos dejar en los brazos de Jesús.  En el espíritu de Jesucristo, en el poder de su autoridad, podemos ser liberados de los demonios que existen en nuestro mundo. Podemos avanzar en nuestro camino de fe. 


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