Thursday, November 9, 2017

12 de noviembre de 2017 - XXXII domingo del tiempo ordinario - Sabiduría 6,12-16, Mateo 25,1-13

      Hoy, la sabiduría de Dios nos llama. Los profesores del Antiguo Testamento dicen que el libro de Sabiduría viene de la cuidad de Alexandria en Egipto dos siglos antes del nacimiento de Cristo. Ellos que busquen la sabiduría, pueden encontrarla. Si buscamos la sabiduría a la madrugada, ella va a esperar para nosotros a su puerta.  Como discípulos de Cristo, necesitamos buscar la sabiduría como parte de nuestra identidad cristiana.  Tenemos la llamada de buscar una conexión con la sabiduría, una conexión con Dios en ella.  
      En nuestro conocimiento y en nuestra inteligencia, hay la sabiduría, pero la sabiduría es mas compleja.  Tenemos una conexión en Dios en la sabiduría en la música, la poesía, el arte, la literatura, y la naturaleza; en la oración, la contemplación, y el silencio.  En nuestras experiencias y nuestro conocimiento, encontramos la sabiduría a su puerta, y en esta manera, integramos Dios en nuestra espiritualidad y nuestra camino.  En nuestra búsqueda de la sabiduría, necesitamos leer los libros, escuchar la música bonita, mirar a Dios en su naturaleza, y meditar sobre Dios en su presencia en el arte.  La sabiduría de Dios vive en los dones y los talentos que Dios nos da. 
      En la sabiduría, tenemos integración en nuestra espiritualidad con nuestro corazón, nuestro cuerpo, nuestros sentidos, y nuestras experiencias. Pero, en la sabiduría, todo no es claro, todo no es negro y blanco. En nuestro camino, hay gozos, pero hay sufrimientos también, y la sabiduría nos ayuda para entender los dos.  
      En el Evangelio de hoy, hay una conexión entre la sabiduría y la parábola de las jóvenes, en la enseñanza que debemos quedar preparados, porque no conocemos la hora cuando Cristo regresará.  Tal vez, podemos identificar con las 10 jóvenes insensatas que no estaban preparadas. A veces, procrastinamos hasta la última hora en nuestro camino también. Debemos aprender de estos momentos cuando no estamos preparados. Como discípulos de Cristo abajo del reino de Dios, siempre debemos quedar listos para participar en este reino, en la relación que Dios tiene con nosotros, los seres humanos.  Esta jóvenes insensatas tenían la culpa de no dar la bienvenida al novio con gozo.  Cuando crecemos en la sabiduría y en el conocimiento, podemos dar la bienvenida al reino de Dios en nuestras vidas y en la vida de nuestro prójimo, para dar la bienvenida a Cristo cuando él regresará.  

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