Viajamos en el tiempo ordinario ahora. Pero, hoy tenemos una celebración especial este
domingo. Siempre, el 29 de junio de cada año, celebramos la Solemnidad de los
Santos Pedro y Pablo - Apóstoles. Honramos a todos los apóstoles con los días de
fiesta, sino de todos los apóstoles, Pedro y Pablo poseen un significado
especial en el desarrollo de nuestra fe y de nuestra Iglesia. Al reflexionar sobre la vida de Pedro y Pablo
hoy, tal vez hay algunas lecciones que podemos aprender de ellos.
La primera cosa que podemos aprender de la vida
de Pedro y Pablo es éste: en medio de nuestra fragilidad y nuestras debilidades
humanas, Dios nos llama para servir. Ciertamente, oímos de la gran fe de Pedro y Pablo
en las lecturas de hoy. En el evangelio, nos explica del reconocimiento
de Pedro de Jesús como el Cristo, el Hijo del Dios viviente, en un momento en
que casi todos los demás en Israel todavía no se había dado a Jesús. Y oímos en su segunda carta a Timoteo acerca de
Pablo y su vida: cómo su vida está llegando a su fin, sobre cómo ve su vida
como una libación de sacrificio a Dios, acerca de cómo se ve a sí mismo como
haber mantenido la fe ahora que la carrera está llegando a su fin. Sin embargo, además de admirar Pedro y San Pablo
como hombres de gran fe y sacrificio, vemos también en las Escrituras las veces
que Pedro y Pablo fueron víctimas de sus debilidades y sus dudas. Por ejemplo, en la víspera de la pasión de
Cristo, cuando salía de su última cena con sus apóstoles, Pedro le dice a Jesús
que él nunca va a tener su fe en él sacudido. Sin
embargo, sabemos que Pedro lo negará a Jesús tres veces antes de que cante el
gallo. Pablo, antes de su conversión en el camino a
Damasco, en su afán de seguir ciegamente la ley judía, los cristianos oprimidos
por perseguirlos y oprimirlo, a veces con mucha violencia De hecho, Pablo se puso de pie por y aprobado de
la lapidación de Esteban. Tal vez puede relacionarse con Pedro y Pablo en
esta misma forma en nuestro propio camino de fe. Hay momentos en que podemos ser valientes y decididos
en nuestra fe, pero, sin embargo, en nuestra debilidad humana, también podemos
negar a Cristo como lo hizo Pedro. Nos podemos hacer esto en nuestras palabras y en
nuestras acciones, en la falta de seguir los mandamientos de Dios. En nuestras debilidades y nuestra arrogancia, que
podemos dejar de humillarnos ante el Señor al igual que Pablo antes de su
conversión.
En segundo lugar, podemos ver en Pedro y Pablo
individuos con orígenes muy diferentes y formas diferentes en que responden a
su llamado de Dios. Sin embargo, tanto Pedro como Pablo fueron
llamados a trabajar juntos en el ministerio, para edificar el Reino de Dios en
la Iglesia Primitiva y traer conversos a la fe. Pedro fue llamado a ser discípulo en la mitad de
su trabajo como pescador. Probablemente no tenía mucha educación formal. Pedro, un miembro del grupo original de los
apóstoles, estaba rodeado de seguidores judíos de Cristo mientras viajaban con
él en su ministerio terrenal. Vemos Peter responder después de la muerte y la
resurrección de Cristo como un líder en la iglesia primitiva, pensando que
estaba sirviendo a los intereses de los seguidores judíos de Cristo en las
tensiones la estaban teniendo tanto con los gentiles y los Judíos que eligieron
no seguir el Camino de Jesús. En muchos sentidos, Pablo era lo contrario de
Pedro. Paul era un pensador, un intelectual, un hombre
bien educado, un miembro de la clase privilegiada de los fariseos. Pablo no conoció a Jesús durante la vida de Jesús
en la tierra. Pablo se sintió llamado a llevar la Buena Nueva a
todos, para romper las barreras que impedían a los gentiles de unirse al Camino
de Jesús. Tanto Pedro como Pablo podrían ser audaz y
directa. Se enfrentaron y argumentaron. Ambos llegaron a ser líderes en la Iglesia. A pesar de sus diferencias, tanto influyó en gran
medida la fe que practicamos hoy. Ambos vivieron su fe, y ambos con valentía murió
por la fe. Pablo, como ciudadano romano, fue decapitado. Pedro fue crucificado.
Al igual que Pedro y Pablo, estamos llamados a
ser misioneros. Estamos llamados a ser fieles al Evangelio. Y nosotros estamos
llamados a ser fieles al llamado que Dios tiene para cada uno de nosotros.
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