La ley de Dios debe tener un papel en nuestra
vida. En el Evangelio de hoy, Jesús nos dice que él no
ha venido a abolir la ley de Dios o el mensaje de los profetas, sino a dar la
plenitud a esta ley de Dios en la vida de sus discípulos. Podemos decir con el mensaje del Evangelio de hoy
que Jesús lleva la ley no solo a su cumplimiento – el da una ampliación, un
significación mas profunda a la definición de la ley de Dios para nosotros como
seguidores en la fe. Para ser fiel a Dios y a su ley, no significa que
solo necesitamos cumplir los diez mandamientos, o ir a misa cada domingo, o
recibir los sacramentos en nuestra vida. De acuerdo
al mensaje de Jesucristo en su Sermón del Monte, sus discípulos necesitan tener
fidelidad a Dios en sus corazones.
Necesitan preparar un lugar en nuestros corazones donde la ley de Dios
puede vivir y crecer, donde puede desarrollar. En verdad, es importante para participar en el
sacrificio de la Eucaristía en la misa, pero si guardamos rencores y envidia en
nuestros corazones contra nuestro hermano, nuestro vecino, nuestro esposo, y
nuestros amigos, la Eucaristía no tendrá significado profundo en nuestra vida, Jesús lleva a la ley más allá del mero
cumplimiento. Para tener la plenitud de la ley, Jesús nos lleva
a cuestionarnos lo que hay en nuestros corazones. Allí, podemos encontrar nuestros miedos,
nuestras inseguridades, nuestra ignorancia, y nuestras intenciones.
Todos nosotros - estamos llamados a la santidad, a una vida
unida con Dios, precisamente porque no somos santos, sino porque lo podemos
ser, si somos siempre constantes. Jesús nos revela la sabiduría de Dios en este
mundo. Y cuando crecemos en nuestro
entendimiento de la ley de Dios, cuando penetra los espacios en nuestros
corazones, podemos tener una mirada de esta sabiduría de Dios. La ley de Dios no puede ser algo extraño e
incomprensible para nosotros si somos en verdad los hijos de Dios, si somos en
verdad los discípulos de Jesucristo. Es el desafío que tenemos.
No comments:
Post a Comment