Estamos en el segundo domingo de adviento, en las
semanas de preparación para el nacimiento del Niño Jesús. En el Evangelio de hoy, el mensaje de Juan el
Bautista nos ayuda con nuestras preparaciones.
El mensaje de Juan el Bautista es único. El no anuncia su mensaje en el templo o en las
clases de educación en Jerusalén, pero en el silencio y la simplicidad del
desierto de Judea. En su proclamación, Juan anuncia: “Arrepiéntanse,
porque el Reino de los cielos está cerca.”
Para la gente en estos días, Juan era aquel de
quien el profeta Isaías ha dicho – “Una voz clama en el desierto – Preparen el
camino del Señor, enderecen sus senderos.” Juan era un profeta muy extraño – iba vestido de
ropa hecha de pelo de camello, al cual se sujetaba al cuerpo con un cinturón de
cuero. La gente fue al desierto al rio Jordán donde Juan
los bautizada, donde ellos confesaban sus pecados.
Para nuestra preparación en estas semanas del
adviento, no podemos olvidar que la preparación del camino del Señor que Juan
anunció implica arrepentimiento y confesión sincera. Para arrepentirse, una persona necesita un
corazón lleno de sinceridad y humildad. Juan es muy fuerte con las autoridades
religiosas, con su hipocresía, con la superficialidad de su espiritualidad. En el discurso de Juan contra los fariseos y los
saduceos, la persona es comparada con un árbol y los frutos dignos de
arrepentimiento son las buenas obras. Según Juan, los hijos de Abraham no tienen un
puesto en el reino de Dios solo por su identidad. Este privilegio no sirve en el nuevo orden de
Dios. Lo que califica a la persona para participar en
el reino de Dios es una conversión, una transformación, un cambio fundamental y
una nueva orientación de vida.
Muchas personas en nuestro mundo moderno, muchos
cristianos también, viven en una manera donde no quieren cambiar, donde no
miran las posibilidades de crecer en su espiritualidad y en su fe. Cada persona puede contestar estas preguntas:
¿Vivo yo en una actitud de arrepentimiento? ¿Qué elementos falto yo en mi vida de fe para
tener una conversión auténtica a Cristo?
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