Thursday, December 5, 2013

12/8/2013 – Segundo domingo de adviento – Mateo 3:1-12


      Estamos en el segundo domingo de adviento, en las semanas de preparación para el nacimiento del Niño Jesús. En el Evangelio de hoy, el mensaje de Juan el Bautista nos ayuda con nuestras preparaciones.
      El mensaje de Juan el Bautista es único. El no anuncia su mensaje en el templo o en las clases de educación en Jerusalén, pero en el silencio y la simplicidad del desierto de Judea.  En su proclamación, Juan anuncia: “Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos está cerca.” 
      Para la gente en estos días, Juan era aquel de quien el profeta Isaías ha dicho – “Una voz clama en el desierto – Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos.”  Juan era un profeta muy extraño – iba vestido de ropa hecha de pelo de camello, al cual se sujetaba al cuerpo con un cinturón de cuero. La gente fue al desierto al rio Jordán donde Juan los bautizada, donde ellos confesaban sus pecados. 
       Para nuestra preparación en estas semanas del adviento, no podemos olvidar que la preparación del camino del Señor que Juan anunció implica arrepentimiento y confesión sincera.   Para arrepentirse, una persona necesita un corazón lleno de sinceridad y humildad. Juan es muy fuerte con las autoridades religiosas, con su hipocresía, con la superficialidad de su espiritualidad. En el discurso de Juan contra los fariseos y los saduceos, la persona es comparada con un árbol y los frutos dignos de arrepentimiento son las buenas obras.  Según Juan, los hijos de Abraham no tienen un puesto en el reino de Dios solo por su identidad.  Este privilegio no sirve en el nuevo orden de Dios.  Lo que califica a la persona para participar en el reino de Dios es una conversión, una transformación, un cambio fundamental y una nueva orientación de vida.
     Muchas personas en nuestro mundo moderno, muchos cristianos también, viven en una manera donde no quieren cambiar, donde no miran las posibilidades de crecer en su espiritualidad y en su fe.  Cada persona puede contestar estas preguntas: ¿Vivo yo en una actitud de arrepentimiento?  ¿Qué elementos falto yo en mi vida de fe para tener una conversión auténtica a Cristo?

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