Hoy, en el ultimo día
de 2013, celebramos un año nuevo. El primer de enero
también es la jornada mundial de oración por la paz. Cada año en el primer
día de enero, el Papa anuncia un mensaje de paz a toda la gente del mundo. Cuando yo estaba en
Roma con un grupo de jóvenes de nuestro diócesis en 2011, yo recuerdo esta
experiencia de escuchar al mensaje de paz del Papa Benedicto. También, en nuestra
Iglesia Católica, en nuestra misa de hoy, celebramos la solemnidad de Santa
María, Madre de Dios.
En la primera lectura
del Libro de los Números del Antiguo Testimento, escuchamos a una bendición que
Dios da al pueblo de Israel. Dice esta bendición:
“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su
favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz.” Dios expresa su
fidelidad y su bondad a su pueblo con esta bendición. La encarnación de Jesús
en nuestro mundo, nacido de la Virgen María, es una bendición para todos los
hombres. Cuando María escuchaba
el mensaje divino que los pastores han recibido, María conservaba este mensaje
en su corazón y meditaba sobre su importancia. Con su encarnación, con
el papel de María en la historia de salvación, Dios está con nosotros.
En esta solemnidad de
hoy, podemos reconocer que nuestra Iglesia Católica quiere comenzar el nuevo
año las intercesiones de la Virgen María y
la protección de nuestra madre. En el año 431, en el
Concilio de Éfeso, en la ciudad de Éfeso donde la Virgen María ha pasado sus
últimos años después de la muerte de Jesús, había la declaración que en Jesús
había una única persona – una persona divina y humana al mismo tiempo - por lo que bien podía afirmarse que: “La
Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios.”
El título “Madre de
Dios” es el titulo principal y más importante de la Virgen María, y de este
título depende todos los demás títulos que ella tiene. María es “Madre de
Dios.” Y en nuestra vida de
fe, en nuestra piedad popular en la Iglesia Católica, María es “Madre Nuestra.” Por esta razón, con
gozo y con fe, podemos comenzar este nuevo año con la protección y el cuidado
de nuestra Madre. Y en esta Jornada por
la Paz le pedimos, sobre todo, que María, nuestra Madre y la Madre de Dios, nos
enseña los caminos y los pasos para construir un mundo donde reine la paz, una
paz fruto de la justicia y de nuestra fe.
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