Estamos en el cuarto domingo de cuaresma. En dos semanas, entramos la semana santa con
el domingo de ramos. En la cuaresma,
tenemos el color litúrgico morado, pero hoy tenemos el color rosa. El cuarto domingo de cuaresma se llama
domingo “Laetare” de la palabra latín que significa “Regocíjate.” La antífona gregoriana del Introito de la
Misa de hoy, tomada del libro del Profeta Isaías dice: Regocíjate, Jerusalén, vosotros, los que la
amáis, sea ella vuestra gloria. Llenaos con ella de alegría, los que con ella
hicisteis duelo, para mamar sus consolaciones; para mamar en delicia a los
pechos de su gloria. El color rosa y el tema de gozo hoy es un anticipo en este
tiempo de penitencia del gozo que tendremos en la mañana de pascua con la
resurrección del Nuestro Señor y el significado que este gozo tiene en nuestra
fe.
El
tiempo de cuaresma es una peregrinación.
Es una peregrinación en el desierto con Jesucristo. El Evangelio de la
parábola del hijo prodigio es un tipo de peregrinación también. Cuando escuchamos esta parábola, tal vez, podamos
recordarnos el momento en nuestra vida cuando solo estamos pensando en nosotros
mismos, cuando nuestro placer viene antes de todo lo demás. Miramos el hijo prodigio cuando tiene muchos
problemas en su viaje, cuando es muy rebelde y cuando no quiere crecer. Tal vez, podamos identificar con el en
momentos en nuestro viaje también.
El
Padre Enrique Shelton hizo una misión en la parroquia de San Francisco de Asis
in New Albany, y hablaba sobre la parábola del hijo prodigio. El padreo nos pidió a mirar el hijo mayor y
para reflexionar sobre la manera que este hijo no quiere compartir en el gozo
de su padre y no quiere entrar en la fiesta en su casa. La parábola no dice si este hijo finalmente
entra la casa – tal vez si – tal vez no.
Tal vez, identifiquemos con el hijo mayor mas que el hijo prodigio. El hijo mayor era obediente y quedaba con su
padre para ayudarle, tal vez este hijo mayor saliera en otro sentido. No salió físicamente, pero salió
espiritualmente y emotivamente. En muchos sentidos, este hijo es obediente,
pero no es compasivo y es muy critico.
Tiene la misma actitud que los escribas y fariseos en los
Evangelios. Ellos siguen la ley en sus
detalles, pero in sus corazones, los escribas y los fariseos han abandonado la
misericordia y el amor de Dios y el espíritu de nuestra fe.
En
nuestra fe católica, tenemos la llamada de volver a las aguas de nuestro
bautismo como un recuerdo de la manera que morimos con Cristo en esta agua, y
nos levantamos con El a la vida nueva.
San Ambrosio de Milan vivía en el siglo cuatro – El miraba una conexión
entre el sacramento de reconciliación y el sacramento de bautismo. Dijo que hay las aguas y las lagrimas en
nuestra fe – hay las aguas de nuestro bautismo y hay las lagrimas de
arrepentimiento. En nuestro viaje con
Jesús durante el tiempo de cuaresma, tenemos las lagrimas de arrepentimiento
cuando volvemos a las aguas de nuestro bautismo y cuando afectamos la
conversión y la renovación en nuestra vida de fe. Tenemos la llamada de ir al
sacramento de bautismo durante la cuaresma, y después, durante la misa del
sábado santo, tenemos la bendición de las aguas del bautismo con la vela
pascual. Volvemos a estas aguas en una
manera muy especial al fin de la cuaresma. Nos purificamos y nos reconciliamos
con Dios y con nuestros hermanos durante la cuaresma para vivir en las promesas
de nuestro bautismo y para vivir como hijos de la luz de Cristo. El hijo prodigio se arrepintió y se dio
cuenta de lo errores de su vida, tenemos la llamada también de arrepentimiento
y de conversión en la realidad de nuestra vida.
Entonces,
en el momento de gozo que tenemos en la celebración del domingo “Lataere” esta
tarde en la mitad de la cuaresma, podemos escuchar la llamada del arrepentimiento
y de la reconciliación, y podemos alegrar nuestros corazones.
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