Friday, January 15, 2021

17 de enero de 2021 – segundo domingo del tiempo ordinario – Juan 1:35-42

      Juan el Bautista estaba con nosotros en la temporada de preparación de adviento antes de nuestra celebración de Navidad.  Juan siempre está con nosotros como profeta de adviento.  Hoy, regresamos al tiempo ordinario con el segundo domingo del tiempo ordinario.  Juan el Bautista está con nosotros otra vez esta tarde.  En adviento, Juan estaba con nosotros para preparar el camino para la llegada de Jesucristo. Ahora, Juan el Bautista está aquí en el Evangelio para revelar la identidad de Jesús antes de llamar a sus discípulos. 

       Para seguir a Cristo no es algo muy fácil.  Conocemos esta realidad muy bien.  Necesitamos tener nuestros corazones abiertos para la verdad y los desafíos del reino de Dios.  Necesitamos dejar nuestra propia voluntad y nuestro egoísmo para entrar este reino con todos nuestras fuerzas.  Juan proclamaba en el Evangelio que Jesús era el verdadero Cordero de Dios. Esta proclamación picaba el interés y la curiosidad de dos discípulos de Juan.  Al mirar estos dos discípulos de Juan, Jesús daba esta invitación:  “Vengan a ver”.

       Todos de nosotros tenemos una llamada para seguir a Cristo como nuestro Señor, como el Cordero de Dios.   El Cordero en la religión judía de Israel en la época de Jesucristo era el signo más importante para dar una ofrenda y un sacrificio a Dios.  En nuestra vida de fe, necesitamos proclamar Jesucristo como el Cordero de Dios, como el sacrificio que nos ganó la salvación y la redención.  En las aguas de nuestro bautismo, entramos en la muerte de Cristo.  Morimos de nuestros pecados en el bautismo, y entramos en una nueva vida en él.  Juan el Bautista reconoció a Jesús como el Cordero de Dios, y nosotros debemos reconocer esta identidad también en la manera que vivimos nuestra fe.  Además, esta identidad debe tener un impacto importante en nuestra vida.  Juan el Bautista era un testigo para nosotros, para guiarnos a la fe.

      Vemos esto en las lecturas de hoy: las historias de Andrés en el Evangelio y de Samuel en la primera lectura nos muestran que en nuestra vida como cristianos necesitamos tener una experiencia personal con Dios. Estamos llamados a escuchar la forma en que Dios nos llaman hoy y estamos llamados a responder a esa realidad.  Pero, no podemos ser miope en la forma en que vemos la realidad - miope en la forma en que nos acercamos a la fe.  En Andrés y el otro discípulo de Juan el Bautista - si hubieran pensado en el presente y no miraban la realidad entera, probablemente no hubieran tomado el riesgo de dejar a su maestro Juan el Bautista a seguir a Jesús.  Tenemos que recordar nuestro foco: estamos en el camino de fe para el largo plazo, no sólo miramos al presente.  Tal vez, enfocamos en el presente y en el corto plazo, porque estamos abrumados con lo que está pasando en nuestras vidas. F. Para muchos de nosotros, 2020 fue un año difícil, especialmente con la pandemia y todos sus desafíos.  Podríamos haber tenido luchas y desafíos en la escuela o en el trabajo, con nuestra salud o con nuestras relaciones personales.  Con nuestros sufrimientos y desafíos, el panorama general es eso: construimos el Reino de Dios aquí en la realidad de nuestro mundo.  Cristo nos llama como sus discípulos como Cristo llamó a sus discípulos en el Evangelio de hoy. Necesitamos mantener nuestro enfoque en lo que es importante.

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