Tuesday, September 11, 2018

16 de septiembre de 2018 – XXIV domingo del tiempo ordinario – Ciclo B - Santiago 2, 14-18


      En nuestras lecturas hoy, continuamos con nuestras lecturas de la carta de Santiago.  Esta carta tiene consejos sobre la vida cristiana, como podemos vivir cada día como discípulos de Cristo.  Hace dos semanas, escuchamos este desafío del primer capitulo de Santiago: “Pongan en práctica esa palabra de Dios y no se limiten a escucharla”  Hoy continuamos con este tema.  Santiago dice que no sólo necesitamos la fe, sino que la fe debe producir buenas obras.  Me recuerdo que en la universidad, un amigo mío me dijo que leía un libro en la clase de religión con el título: La Fe es un verbo – un imagen que tocaba mi imaginación.  De hecho, nuestra fe no es una ideas abstracta.   Más bien, la fe es una manera de vivir que tiene su fundación en la revelación de Jesucristo y la nueva vida que tenemos en él.  En la fe, abrimos nuestras mentes y nuestra espiritualidad a Cristo – pero es mas de eso.  Necesitamos vivir la fe cada día.   La fe nos impulsa a hacer algo. Nos llama a las obras espirituales y las obras corporales de misericordia.  Según Santiago, si tenemos la fe sin obras, la fe no vive. La fe debe tener acción y vida - no puede ser rígido o inflexible.  En la fe, estamos emergentes y en desarrollo.
       La semana pasada, escuché una estadística – en los 321 millones de personas que viven en los Estados Unidos, 30 millones se identifican como ex católicos. Pero, muchos católicos abandonaron la Iglesia antes de la edad de 25 años.  Pero, es mas de una estadística - es una realidad muy fuerte.  Dedicamos mucho tiempo y muchos recursos a la formación de nuestros niños y jóvenes en nuestra fe, pero si nuestros niños y jóvenes no vienen a clase o a la misa, ellos no tendrán conexión con nuestra fe.  Entonces, no quedarán en la fe católica como adultos.  Hay las clases de la doctrina todos los domingos y el grupo de jóvenes dos veces cada mes.  Tenemos obras de misericordia y caridad que hacemos con nuestros niños y jóvenes – es una manera tangible para ver que su fe puede realmente hacer una diferencia en el mundo.  Es la responsabilidad de los padres y los padrinos para llevar sus niños y sus jóvenes a las clases de la doctrina y al grupo de jóvenes.  En las aguas del bautismo, los padres y los padrinos tomaron esta responsabilidad.  Y ellos son los maestros principales de la fe en la vida de sus hijos.  Estoy muy agradecidos a las familias que toman esta responsabilidad y queremos dar animo a las otras familias que tienen un desafío con este papel. 
        Hoy, celebramos el Domingo Catequético.  Celebramos la manera que enseñamos a los niños y los jóvenes en la fe católica.  El tema de este año es: conseguir testigos de Cristo.   En el mundo donde muchas personas viven afuera el ministerio y los valores de Cristo, es importante para vivir como testigos de Cristo en el mundo.  

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