Cuando
escuchamos el Evangelio sobre Marta y María, podemos reflexionar sobre las diferencias entre ellas. Tal vez,
tengamos la tendencia de ver la afirmación de Jesús a María en su elección de
escuchar sus enseñanzas, y de ver su desdeñoso de la tarea de Marta, mirando
esta tarea con menos importancia. A
veces, necesitamos incorporar las virtudes de
María en nuestra vida de fe - y a veces necesitamos incorporar las
virtudes de Marta. Como sacerdote
diocesano, tengo la llamada de tener una vida de oración muy rica, de tener las
lecturas espirituales y la formación espiritual como parte de mi vocación sacerdotal,
pero también tengo la llamada para manejar una parroquia en muchas detalles –
para visitar a los enfermos, para trabajar con los pequeños grupos de fe, para
manejar las finanzas, para escribir mis homilías, y para dar atención a cada
crisis que tenemos en nuestra parroquia.
Como cristianos, necesitamos tener el equilibrio entre Marta y María en
nuestra vida diaria, en la manera que vivimos nuestra fe.
Frecuentemente,
Jesús interrumpe el statu quo en sus enseñanzas. El desafía la manera convencional para mirar
al mundo. Escuchamos muchas veces en la
Sagradas Escrituras de la importancia de hospitalidad y da la bienvenida de un
huésped, de comer juntos a la mesa. En
verdad, Jesucristo hace un punto para dar la bienvenida a las personas que normalmente
no tiene la bienvenida en la sociedad judía – los pecadores, los gentiles, los recaudadores
de impuestos, a los extranjeros. En este
punto de vista, podemos anticipar que Jesús afirmará la tarea de Marta – la
bienvenida que ella da a Jesús en su casa.
Marta es muy ocupada – ella limpia y cocina y lava. En sus distracciones y en sus frustraciones,
ella hace su tarea, especialmente sin la ayuda de María. Con
las palabras de elogio que Jesús da a María, en la manera que ella no contribuye
a la tarea de la casa, Marta se siente peor.
¿Y eso es justo? Pero, podemos
recordarnos que muchas enseñanzas de Jesús en los Evangelios tienen la meta de
dar un susto a nuestras sensibilidades y a nuestro punto de vista al mundo.
Jesús
rompe nuestra expectativas, tal vez con la meta de darnos cuenta que el reino
de Dios está aquí, para reconocer y proclamar la presencia del reino de Dios en
nuestra vida diaria. En las otras partes del viaje largo en el Evangelio de San
Lucas, Jesús nos explica que nada debe distraernos de la realidad del reino de
Dios en nuestra vida. No hay tiempo para
descansar, no hay tiempo para despedir de nuestra familia, no hay tiempo para
enterrar los muertos. Hay mucha urgencia
en el mensaje que Jesús nos da en el Evangelio.
Necesitamos vencer a las distracciones que tenemos en nuestro viaje de
fe – y la bienvenida que Marta quiere dar Jesús por su tarea en la casa no
puede ser una distracción tampoco, aun es una parte importante de los
costumbres y tradiciones en Israel Antiguo.
Dicho
eso, pienso que necesitamos reconocer y respetar a ambos Mara y Marta en el
Evangelio de hoy por su ser y por los dones ellas llevan. A veces, tenemos la llamada para ser María o
Marta en nuestra vida de fe. Y tenemos
la llamada para reconocer los dones de las Marías y las Martas que existen en
nuestra parroquia, para los dones que las dos dan a nuestra fe. Sin la presencia de estos dos elementos, no
podemos funcionar como a comunidad de fe animada y sana.
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