Friday, October 14, 2011

10/16/2011 – Homilia - El XXIX Domingo del Tiempo Ordinario – Mateo 12:15-21


        En el Evangelio de hoy, escuchamos una enseñanza de Jesús en su encuentro con los fariseos.  Este encuentro nos presenta la hipocresía y la superficialidad de los fariseos en comparación de la sinceridad y gentileza de Jesucriesto.  Para mi, es muy interesante que los fariseos quieren atrapar a Jesús con sus palabras, con sus preguntas.  Ellos no quieren avancer en sus vidas de fe, o crecer en sus relaciones con Dios.  A veces, nosotros queremos atrapar a nuestro Señor con nuestra palabras y nuestra conducta.  En lugar de atrapar a Jesús con nuestra preguntas y nuestras frustraciones y nuestra ira , tenemos la llamada de dar alabanzas a Dios.  Alabanzas en los momentos de gozo, alabanzas en los momentos de sufrimiento y  dolor.  En nuestra existencia como seres humanos en la imagen de Dios, debemos alabar y glorificar a Dios como una reflexión de la dignidad que El amerita.  Somos creados en esta imagen divina, y por eso, nuestra vida debe ser un cántico de alabanza para Dios, por el amor que El nos da. 
        San Agustín explicó sobre el Evangelio de hoy: “Así como el César exige su imagen en tu moneda, así del mismo modo Dios exige su propia imagen en tu alma. Da a César -dice- aquello que es del César. ¿Qué cosa exige el César de ti? Su propia imagen. ¿Qué cosa te exige el Señor? Su propia imagen. Pero la imagen del César está sobre la moneda, en cambio la imagen de Dios está en ti mismo, (en tu alma). Si lloras cuando pierdes la moneda, porque has perdido la imagen del César ¿no deberías llorar cuando adoras a los ídolos porque injurian en ti la imagen de Dios?”
        Segun Jesucristo en nuestro Evangelio, nosotros, como seres humanos, debemos reconocer a Dios como el único Señor.  Si, solo Dios debe ser nuestro Señor, nuestro maestro. Y por eso, debemos darle gracias. Con el don de nuestra existencia, con el don de nuestra fe, con el don de nuestra redención y salvación, debemos darle gracias.  Nuestra vida debe ser una “acción de gracias” a Dios, con el amor del Padre que tenemos en El. Toda de nuestra vida es un don que tiene su origen en Dios.
         Si Dios nos dice hoy – “Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.”  Son palabras muy sencillas, pero muy profundas tambien.  

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