Hoy, celebramos la fiesta
de Pentecostés, un don para nosotros al fin de nuestra celebración de Pascua. En Pentecostés, como en
toda la temporada de pascua, celebramos la presencia de Jesucristo resucitado
con nosotros. En los domingos de
Pascua, hicimos una memoria de la pasión salvadora de Cristo y de su
resurrección y ascensión a los cielos. Hoy, celebramos la llegada
& la obra del Espíritu Santo - el Espíritu del Padre y del Hijo. Con la presencia del Espíritu
Santo, podemos reconocer sin duda que la resurrección de Jesús es una realidad
permanente en nuestra vida de fe. Por eso, podemos decir
que para nosotros, cada día es la Pascua de la Resurrección, que cada día es
Pentecostés.
En el Evangelio, Cristo
explicaba la llegada del Espíritu Santo. Conocía la realidad de su
camino – con el destino en la cruz y la resurrección. La comunidad de los
discípulos no ha experimentado todavía el Espíritu de Dios, no ha experimentado
la realidad de la resurrección. Después de la muerte de
Cristo, los discípulos tenían mucho miedo. Cuando los discípulos recibieron
la presencia de Cristo resucitado, cuando recibieron su Espíritu Santo, se
llenaron de paz & gozo – se llenaron con los dones del Espíritu Santo. Si nosotros somos una
comunidad que vivimos y creemos en el Espíritu de Jesús resucitado, no
necesitamos tener miedo de nuestro mundo tampoco. Si – el Espíritu está siempre con nosotros –
su gozo y su paz están con nosotros.
Cristo explicaba que el
Espíritu Santo es nuestro Consolador, es el
Espíritu de la verdad. Es el Espíritu de nuestra
vida nueva que recibimos en el bautismo, la confirmación, la reconciliación y
la Eucaristía – el Espíritu que tenemos en los sacramentos de la Iglesia.
En la llegada del
Espíritu Santo de Pentecostés, se llenaron todos los discípulos del Espíritu
Santo. El Espíritu Santo, el
Espíritu de Jesús resucitado, viene como un viento muy fuerte, como un fuego radiante,
que sopla donde quiere. Tenemos la efusión del
Espíritu Santo cada día en nuestro camino de fe. La Eucaristía que celebramos
hoy es una acción de Cristo y del Espíritu Santo. En la Eucaristía, el Espíritu
nos alimenta con la Palabra de Dios y con el cuerpo y la sangre de nuestro
Señor. El Espíritu de Dios
quiere que vivimos el espíritu de esta Eucaristía cuando vamos al mundo, para
hacer las obras del Padre con nuestro projimo, para ser testigos del Espíritu
con el poder de transformar el mundo.
El Papa Francisco dice
eso sobre el Espíritu Santo y nuestra celebración de Pentecostés: “Preguntémonos hoy: ¿Estamos abiertos a las
‘sorpresas de Dios’? ¿O nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu
Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios
nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido la
capacidad de respuesta? Nos hará bien hacernos estas preguntas durante toda la
jornada."
Si, creemos en el
Espíritu de Dios que está con nosotros. Si, creemos en el
Espíritu de Dios que prepara las obras y las oportunidades que tenemos para
avanzar el reino de Cristo aquí en la tierra. Reconocemos esta llamada
para servir en nuestra parroquia, en nuestra comunidad, en nuestra país, y en
nuestro mundo. En todo que podemos hacer
como individuos y como una comunidad de fe, necesitamos la ayuda del Espíritu
Santo. En nuestra celebración de
Pentecostés, celebramos esta presencia de Dios con nosotros.
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