Thursday, July 23, 2020

27 de julio de 2020 - Ciclo A – decimoséptimo domingo del tiempo ordinario - Mateo 13:44-46

       El sábado, celebramos la fiesta de Santiago el Mayor, uno de los apóstoles de Jesús.  Cuando viajaba a España en el año de 2003 para caminar por la ruta de peregrinación de Santiago, tenía la oportunidad de visitar otros sitios religiosos en España. Uno de los lugares más interesantes que visité fue la ciudad de Segovia, que es la ciudad donde San Juan de la Cruz pasó sus últimos días y donde está enterrado.  También, visitaba la casa del poeta español Antonio Machado en Segovia, que ahora es un museo.  En este humilde apartamento, Machado escribió la mayoría de sus poemas famosos.  En uno de los poemas, Machado escribió sobre el estado de su alma. Esto es lo que escribió Machado:

Llamó a mi corazón, un claro día,
con un perfume de jazmín, el viento.

(El viento explicó) -A cambio de este aroma,
todo el aroma de tus rosas quiero.

(Yo respondí) -No tengo rosas; flores
en mi jardín no hay ya, todas han muerto.

(El viento dijo) - Me llevaré los llantos de las fuentes,
las hojas amarillas y los mustios pétalos.

Y el viento huyó... Mi corazón sangraba...
Alma, ¿qué has hecho de tu pobre huerto?

       Como escribió Machado, nuestra alma puede ser un hermoso jardín, con flores y un aroma dulce. O nuestra alma puede ser un jardín donde todas las flores están muertas y la tierra está seca.
        Hay muchas cosas que podemos reclamar para nuestro tesoro en la vida —- muchas cosas.  En los últimos años, ha habido programas de televisión de realidad sobre los acaparadores, sobre las personas quienes acumulan posesiones materiales al extremo, de tantas pilas y montones de tantas cosas, y ellos no tienen espacio para moverse en sus hogares.   Esta parábola de Jesucristo habla sobre los grandes tesoros que las personas encuentran en la vida: tesoros enterrados en un campo tan maravilloso que uno está dispuesto a vender todo para obtenerlo, o una perla que el comerciante finalmente encuentra después de muchos años de búsqueda.  El punto de todas estos cuentos es que el reino de Dios es ese tesoro para nosotros - este tesoro es mucho más valioso que cualquier cosa que podamos obtener aquí en la tierra.  Sin embargo, podemos estar tan atrapados con nuestros tesoros materiales.  Algunas personas en nuestra sociedad están listos para vender sus almas por la acumulación de riquezas materiales. Algunos de ellos pueden comprometer su salvación por la fama, el poder, la popularidad.  Ese es el sentimiento que Antonio Machado intentó capturar en este poema.  El Señor puede venir a nosotros en un murmullo tranquilo y una brisa tranquila con las buenas noticias de salvación, con un llamado para que lo sigamos, que puede ser tan sutil y hermoso como el olor a jazmín que florece en la noche de verano.  Sin embargo, si hemos descuidado nuestra fe, si el jardín de nuestra alma no ha sido cultivado, es posible que no estemos listos para recibir su mensaje.
       Cuando estuve en Roma con el coro de la parroquia de San Ricardo en 2010, visitamos la basílica de San Pablo fuera de las antiguas murallas de Roma.  Por muchos siglos, los funcionarios de la basílica habían tratado de encontrar el lugar exacto donde estaba enterrada la tumba de San Pablo.  Los funcionarios descartaron un lugar de tierra porque parecía que era roca sólida, por lo que pensaron que no había forma de que San Pablo pudiera haber sido enterrado en ese lugar.   Sin embargo, resultó que no era roca, era solo tierra que se había endurecido durante tanto tiempo que era dura como la roca.   Este es el lugar donde finalmente se encontró el tesoro, debajo de ese suelo duro y duro, donde finalmente se encontró la tumba de San Pablo.   Al igual que el suelo que puede volverse duro como una roca, nuestros corazones pueden volverse tan duros que podríamos no pensar que este es el lugar donde encontraremos nuestro tesoro, por lo que comenzamos a buscarlo en otros lugares.  Pero Jesús nos dice que debemos seguir buscando el tesoro que solo encontraremos en el reino de Dios, ya que este es el único tesoro que vale tan buen precio.  Es el mensaje que Cristo nos da hoy. 

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