Thursday, July 30, 2020

2 de agosto de 2020 – decimoctavo domingo del Tiempo Ordinario – Mateo 14, 13-21

      La narración en el Evangelio de San Mateo hoy es mas de un milagro que Jesús hizo en la multiplicación de los panes y los peces.  La muchedumbre estaba buscando algo.  La muchedumbre tenía hambre.  Ella estaba buscando algo para llenar esta hambre.  La muchedumbre tenía hambre física  - pero otras niveles de hambre también.  Pero, estaba buscando el Salvador, el Mesías, el centro de su espiritualidad.  Nosotros, los fieles de nuestro mundo moderno, buscamos algo también.  Buscamos algo para satisfacer el hambre en nuestro espíritu, el hambre en nuestros corazones, el hambre de la búsqueda de significado en la vida.
       Hoy, como un don de Dios, tenemos el milagro de la Eucaristía, el milagro del cuerpo y la sangre Dios. Hoy, en la santa misa, recibimos a Cristo como alimento de la vida nueva.  Estamos unidos en la Iglesia, en la Eucaristía.  Estamos unidos como el Cuerpo de Cristo en el mundo, el Cuerpo de Cristo para continuar sus obras aquí.  Los discípulos miraban la muchedumbre y ellos tenían miedo – ellos querían dispersar la muchedumbre porque ella tenía hambre.  
E. Jesucristo no quería dispersar la muchedumbre.  Al contrario, Jesus quería unirla. 
       ¿Cómo puede la comunidad hispana de nuestra parroquia alimentar los miembros de nuestra comunidad de fe como Cristo alimentó a la muchedumbre en el Evangelio de hoy? A veces, es un desafío y una cruz para nosotros. Todo el mundo está sufriendo en la pandemia en este momento.  En los Estados Unidos.  En México.  En los países de América Latina.  La comunidad hispana aquí en los Estados Unidos también. 
       Hoy, celebramos con los miembros de nuestra comunidad en una manera especial, con las familias con niños que van a celebrar su primera comunión. Como la muchedumbre tenía hambre en el evangelio, yo sé que los niños en nuestra clase de la primera comunión tenía mucha hambre para recibir este sacramento, porque con la pandemia, estaba imposible para celebrar la misa por muchas semanas.  Tenemos mucho gozo en nuestros corazones para celebrar este sacramento con estos niños y estas familias.  Pero, recibir este sacramento no es el fin.  Es un sacramento que puede alimentarnos todos los días de nuestra vida.  Como Cristo con la ternura que tenía por la muchedumbre con hambre, él tiene ternura por nosotros también con el hambre que tenemos en nuestra vida.  

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