Saturday, October 5, 2019

6 de octubre de 2019 – Vigésimo séptimo domingo del tiempo ordinario – Habacuc 1,2-3, 2,2-4, Lucas 17,5-10


     Hoy, el primer domingo de octubre, nosotros los sacerdotes de los Estados Unidos, tenemos la responsabilidad de hablar sobre la protección de la vida humana en nuestro mundo moderno.  En verdad, todo el mes de octubre, reconocemos el respeto de la vida humana en nuestras misas y en otras actividades en nuestra parroquia.  Cuando miramos la realidad de nuestro mundo, no hay mucho respeto por la vida humana en muchos sentidos.  Entonces, tenemos urgencia para hablar sobre este tema.  D. En este año, había muchas acciones de terrorismo aquí en nuestro país y en nuestro mundo.  Nuestra lucha contra las drogas no marcha, y hay mas de un millón de bebes muertos con el aborto en nuestro país cada año.  Podemos sentirnos frustración con estas cosa.   Podemos preguntarnos - ¿Cómo podemos anunciar el respecto de la vida in la mitad de esta realidad? ¿Cómo podemos decir con sinceridad que proclamamos el reino de Dios cuando nuestros esfuerzos de terminar esta cultura de la muerta no tienen muchos resultados?
      Escuchamos el profeta Habacuc grita a Dios en palabras que podemos decir también – ¿Por qué miramos en nuestro mundo todo de esta ruina y miseria, violencia y destrucción, conflictos y discordia?   Habacuc explica a Dios que ve a los malvados rodeando a los virtuosos del mundo, que la justicia que viene está distorsionada.  Luego, dice Habacuc – El Señor me respondió…  El Señor dice que la visión de Habacuc tendrá su hora designada.  A veces, necesitamos nuestros resultados inmediatamente, pero, hay la hora designada de Dios también.  Dios nos dice que necesitamos tener paciencia y fe.  El Evangelio nos dice que con fe tan pequeña como una semilla de mostaza, podemos hacer maravillas. 
      En el espíritu de nuestro Papa Francisco, en la manera que el habla al todo el mundo, el tema del domingo del respeto de la vida este año es “Cristo nuestra esperanza: En cada etapa de la vida.”  Tenemos la llamada de tener la compasión, la esperanza, y la acción en nuestro respeto de la vida, para traer esta compasión, esperanza, y acción a nuestras palabras y nuestras obras. Con corazones abiertos al amor y misericordia de Cristo, nuestro Señor puede morar en nosotros y podemos mirar la belleza única en cada ser humano y en cada etapa de nuestra vida - en nuestra niñez, en nuestra juventud, y en nuestra vejez.  En verdad, somos seres humanos con la capacidad de pecar, con la capacidad de desviarnos de los mandamientos de Dios. Pero, no estamos afuera de arrepentirnos – no estamos afuera de la misericordia de Dios.  Tenemos la llamada de Cristo de compartir este mensaje de respetar la vida humana con nuestro prójimo, para ayudar al prisionero, al enfermo, y al viejito, para hablar abiertamente contra la pena capital y el aborto.  Y para hablar con compasión y con misericordia a nuestros hermanos. 
       Hay muchas cosas que podemos hacer – no podemos estar ni inactivos ni autocomplaciente.   Dios nos explica, que con nuestras oraciones y nuestras acciones, podemos proclamar el Evangelio de la Vida al mundo, pero en este proceso, debemos tener esperanza y paciencia también.

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