Tuesday, August 20, 2019

25 de agosto de 2019 - vigésimo primer domingo del tiempo ordinario - Lucas 13: 22-30


   ¿Qué debemos hacer para ser verdaderos discípulos de Cristo ¿Quién será elegido para entrar en el reino eterno de Dios?  En esencia, son las preguntas que Cristo recibe en el Evangelio: "Jesucristo, quien va a entrar la vida eterna con usted? ¿Quién va a recibir salvación?  ¿Muchos o pocos?”  En la respuesta de Jesús a esta pregunta, tal vez hay otras preguntas que debemos pedir también.
      En el año 1894, nació un muchacho que se llamaba Reymundo en un pueblo muy pobre en Polonia.  Reymundo era un niño muy travieso, siempre se metió en problemas y no obedecía a sus padres. Su mamá perdió la paciencia con él un día.  Ella gritó: Señor, ¿qué va a pasar de mi hijo?  Al reflexionar sobre lo que dijo su mamá, Reymundo oraba a la Virgen María. María respondió en una visión. Ella presentaba dos coronas a este muchacho: una blanca y otra roja. Ella le preguntó si él estaba dispuesto a aceptar cualquiera de estas coronas. La corona blanca simbolizaba que él debe perseverar en la pureza, la roja que se convertiría en un mártir. Dijo que iba a aceptar estas dos coronas. El próximo año, a la edad de 12 años, Reymundo entraba en la congregación de los Franciscanos, donde tomaba el nombre religioso Maximiliano. Recibió su ordenación al sacerdocio a la edad de 24 años.  Establecía la misiones católicas en China, en Japón, y en India.  Él promovía una dedicación a la Virgen María el los pueblo donde él servía.  Volvió a Polonia a su monasterio cuando había problemas en su país.  El monasterio tenía una estación de radio y una imprenta.  Después de la invasión alemán de Polonia en la segunda guerra mundial, la estación de radio y la imprenta hablaban en contra los nazis.  El monasterio fue cerrado y el Padre Maximiliano Kolbe fue detenido por los alemanes. Finalmente, fue enviado al campo de concentración de Auschwitz, era el prisionero # 16670.  Su celda se convirtió en una capilla en la que invitó a todos los demás prisioneros para rezar el rosario, para cantar himnos a la Virgen María, y para celebrar la Eucaristía. Porque era cura, recibió muchos golpes de los guardias.  Cuando un prisionero escapó, los guardias seleccionaban 10 de ellos para vivir en una celda juntos sin agua y sin comida para morir de hambre. El Padre Maximiliano no estaba escogido inicialmente.  Sin embargo, cuando supo que uno de los hombres tenían una gran familia con muchos niños, el padre Maximiliano Kolbe se ofreció para ocupar su lugar. El Padre Maximiliano hizo un ministerio con los otros prisioneros hasta el momento de su muerte.  Fue el último de los 10 prisioneros de morir. Murió el 14 de agosto de 1941.  Durante la canonización de Kolbe en 1982, el Papa Juan Pablo Segundo lo llamaba el patrón del siglo vigésimo, un siglo que vio tanta guerra y  violencia y crímenes contra la humanidad.
      No creo que el Padre Kolbe estaba preocupado por la pregunta que se hizo en el Evangelio por alguien en la multitud: ¿Cuántos estarán salvos?  Como se dice en el Evangelio, algunas de las personas en la época de Cristo estaban pensando: Asistimos con usted en la calles y en las sinagogas, escuchando sus enseñanzas. Hemos comido y bebido con usted. Fuimos parte de su grupo de discípulos. Ciertamente entramos en su reino de salvación al fin de los tiempos.  
     En verdad, Jesucristo nos llama a una vida de discipulado. Él nos llama a ir más allá de la superficie.  Sus enseñanzas deben penetrar nuestro corazón para tener un corazón abierto a la conversión, el cambio, y la transformación.  Por lo tanto, en lugar de hacer preguntas acerca de nuestra salvación, tal vez tenemos que concentrarnos en la profundización de nuestra relación con Cristo, para crecer más cerca de él y los valores de su Evangelio. Fuimos salvados en el pasado en nuestra vida, en el momento de nuestro bautismo, en el momento de nuestra iniciación en la fe.  Somos salvados en el presente, como Cristo nos llama a la conversión, a la renovación y a la nueva vida.  Y seremos salvados en el futuro, en la gracia que tenemos en Dios cada día. 
       Se nos invita a entrar en la puerta de la fe cada día de nuestro camino como pueblo peregrino.  Algunos días, la puerta puede parecer muy difícil para entrar.  Me encanta la imagen que el Papa Francisco nos dio cuando el Año Jubilar de la Misericordia comenzó. El Papa empezó el Año Jubilar con la puerta especial en la Iglesia de San Pedro de Roma que sólo se abre durante años jubilares especiales. Y él lo hizo no sólo al abrirse esta puerta en una manera normal. Él tomó un martillo y derribó los ladrillos, abriéndola a los peregrinos para entrar en su visita a San Pedro.  Algunos días, habrá una gran cantidad de ladrillos alrededor de nosotros también.  Con la misericordia y la gracia de Dios, vamos a tener la fuerza para destruir estos ladrillos.  

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