Saturday, December 22, 2018

24 de diciembre de 2018 – La Noche Buena – Misa durante la noche – Lucas 2,1-14, Isaías 9, 1-3, 5-6

       Queremos dar la bienvenida a todos en nuestra celebración esta noche, en nuestra celebración del nacimiento de nuestro Salvador.  En la misa de navidad, tenemos muchos visitantes e invitados y miembros de nuestras familias aquí que no vemos a la misa regularmente. Queremos dar la bienvenida especialmente a aquellos de ustedes que son visitantes o con nosotros por la primera vez esta noche en nuestra comunidad católica de St Jude.  Esperamos que todos ustedes se sienten la bienvenida que se extiende a todo el mundo.
        La navidad es una celebración que los cristianos esperamos celebrar en nuestro año litúrgico.  Preparábamos en las cuatro semanas del adviento para la llegada de este día - la temporada del adviento muestra la importancia de este día para nosotros como discípulos en la  fe.  Preparábamos con esperanza y alegría durante esta temporada, porque sabíamos que este día iba a traer el nacimiento de nuestro Salvador al mundo.  Sin embargo, es difícil concentrarse en lo que la  navidad significa realmente para nosotros en la fe, ya que el mensaje de Navidad tiene otro sentido en nuestro mundo secular.
          El profeta Isaías comienza su proclamación en la primera lectura, diciendo: El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.  No tenemos que mirar muy lejos para ver oscuridad en nuestro mundo. En verdad, hay luz en el mundo, pero hay mucha oscuridad también.  Hay mucha violencia.  Hay problemas con drogas y con alcohol.  Hay dificultades económicas en muchas países y en muchas familias.  Con las tinieblas que existen en el mundo y los desafíos que suceden en nuestras vidas, podemos preguntarnos qué diferencia la Buena Nueva de navidad podría hacer en nuestras vidas este año.
         Podemos darnos cuenta que en el momento del nacimiento de Jesucristo, había muchos desafíos y muchas tinieblas en el mundo también.  Nació en la periferia del Imperio Romano, en una zona considerada como pobre e insignificante.  Cristo nació de una mujer joven, María. Ella no era una princesa o de una familia poderosa en esa sociedad.  Era un censo, por lo que María y José tuvieron que viajar a la ciudad de los antepasados de José - Belén - la ciudad de David, el rey de Israel.  Este pequeño bebé Jesucristo no nació en un gran palacio o castillo.  Él nació en un pesebre donde comían los animales.  En esta época de Cristo, la mayoría de la gente no estaba buscando su nacimiento.  El nacimiento del niño Jesucristo se anunció por primera vez al mundo después de su nacimiento en las palabras del ángel: “Les traigo una buena noticia…. Hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor.”  No anunció las noticias al gobernador o a los sacerdotes o a los empresarios ricos. Anunció a los pastores que estaban en el campo con su rebaño en el medio de la noche.
          No parecía que el mundo estaba escuchando el mensaje del nacimiento de Cristo, la noche en que nació.  Y por todo lo que está pasando en el mundo ahora mismo, por las tinieblas y la violencia, tal vez no vemos el mundo a prestar atención a este mensaje en nuestros días tampoco.  Los ángeles cantaban: “¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!”  Cantamos las palabras de la Gloria esta noche también, las palabras que no hemos cantado durante los cuatro domingos de Adviento, por lo que estas palabras son muy especiales y significativas esta noche.
         María - José - San Juan Bautista - ellos hicieron su parte para preparar un camino para la llegada de Cristo en el mundo.  Ellos dijeron "sí" a Dios.  Dios depende de todos nosotros para hacer nuestra parte para anunciar la Buena Noticia de Jesús al mundo, para que su luz a esos lugares inesperados.  El Papa Francisco explicó que para llevar a Cristo a nuestro mundo, debemos llevar el amor de Cristo también. Es un amor que comparte. Es un amor que perdona. Es un amor que acompaña. Es un amor que no se diluya.  Tenemos la presencia de la luz de Cristo que entra en el mundo esta noche. Y nosotros necesitamos traer esa luz a nuestro mundo también.

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