Tuesday, December 18, 2018

23 de diciembre de 2018 – el cuarto domingo de adviento – Lucas 1,39-45


    Se acaba el tiempo de adviento mañana.  Mañana, vamos a celebrar el nacimiento de Jesucristo con nuestra celebración de la Noche Buena. Tenemos la misa en español a las 8:00 de la noche. En las semanas de adviento, concentramos en nuestra preparación para dos cosas. Primeramente, en el Dios hecho hombre en la primera navidad en el nacimiento del niño Jesús en Belén. Pero, también, en la segunda venida de Cristo en su gloria y en su majestad cuando él viene otra vez. Somos el pueblo del adviento en este sentido – en el nacimiento de Cristo en el pasado – un acto de Dios muy conocido.  Pero, esperamos en el futuro, cuando el reino de este niño viene en su plenitud. 
      En el adviento, tenemos lecturas de Juan el Bautista y de otros profetas para darnos un mensaje de espera, de expectación, y de luz. Hoy, en el último domingo del adviento, tenemos una oportunidad de contemplar la riqueza de la visitación de la Virgen María a su prima Isabel.  Había sorpresas en las vidas  de María y Isabel – dos niños vinieron en sus vidas al mismo tiempo.  Ellas responden a estas noticias con agradecimiento.  Dios las visitó y Dios las bendijo con el don de su hijos.  Y estos dos hijos tienen un papel muy importante en nuestra historia de salvación. Los nacimientos de Juan el Bautista y de Jesucristo no son cuentos antiguos. María, una joven de 13 o 14 años, no conocía aún varón, pero esta embarazada por la voluntad de Dios actuando en su vida. ¿Cómo puede comprender esta situación una joven como María?
      En su pobreza, en su humildad, en su inocencia, ella escuchaba el mensaje de Dios, y ella fue a su prima Isabel según este mensaje. María visitaba a Isabel, una viejita – ella vivía en fidelidad y en esperanza en Dios, y recibió el mejor don para una mujer judía – un hijo.  María viajaba a la casa de Isabel.  Estas dos mujeres necesitaban compartir su alegría y sus inquietudes en la intimidad de su amistad. Isabel proclamó en esta visita a María: “Bendita tú entre las mujeres”. María está bendita en el presente de esta visita – está bendita para siempre, especialmente en los corazones de los seguidores de Jesucristo.
     Para nosotros, María es una mujer elegida y amada por Dios. Ella es la madre de Dios que recibió los saludos de Isabel.  Ella recibirá los saludos de nosotros para siempre. Con nuestras lentes de fe, podemos entender la profundidad de la visita de María a Isabel, de la llegada de Jesús en nuestro mundo al pesebre en Belén.
    María creyó.  Isabel creyó.  Y los dos hijos saltan de alegría en los senos de sus madres, en la visita que tienen juntos. Terminamos el adviento con esta misa.  Continuamos en nuestro camino de fe en el nacimiento de nuestro Señor.

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