Las lecturas de hoy nos enseñan sobre el amor de Dios y
sobre su ley. El amor de Dios y su ley – son dos cosas muy importantes en
nuestra camino de fe. Es interesante. En
el mundo antiguo, siempre un ídolo era al centro del Templo. Pero, con el pueblo de Israel y los
mandamiento y la ley que recibió, era la primera vez que la ley era al centro
del Templo – con la ley en la arca de la alianza. En la montaña de Sión, Moisés recibió la ley y los
mandamientos de Dios. Dios enseña a su pueblo sobre su conducta a su prójimo. –
la viuda, el huérfano, los pobres, el extranjero – las persona en los márgenes
de la sociedad del mundo antiguo. Y para nosotros, en nuestro mundo moderno, a veces es
difícil para conocer quienes son las personas en los márgenes de nuestra
sociedad.
Según Jesús el más importante de los mandamientos es amar a
Dios con todo el corazón, con toda el alma con todo el ser. Y Jesús nos enseña que el segundo mandamiento es semejante:
para amar al prójimo como a uno mismo. En realidad, esta enseñanza de Jesucristo no es algo
nuevo; el nos confirma lo que está
expresado en el Antiguo Testamento. La actualidad de esta enseñanza es profunda y inmensa: que
en la realidad de nuestra fe cristiana, no podemos separarnos del amor a Dios,
y del amor al nuestro prójimo. Es una reflexión de la compasión y del amor de nuestro
Señor. En el consejo pastoral, leímos el libro con el titulo – Reconstruido. Es una historia de una parroquia en la ciudad de Baltimore en los Estados Unidos y su camino de fe como comunidad cristiana. La parroquia en este libro tiene una frase de misión – Ama
a Dios. Ama a su prójimo. Haz discípulos. Es una frase muy sencilla, y es el centro de nuestro
Evangelio hoy.
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