¿Cual es la importancia del banquete en las
lecturas que escuchamos hoy? Necesitamos recordar que el pueblo judío en el
Antiguo Testamento y en la época de Jesucristo creía que solamente ellos se
salvarían en su fe en Dios, que sólo los judíos serán capaces de recibir esta
salvación. Pero, en el Evangelio de San Mateo, Jesús rompe
esta ilusión. El nos explica que la salvación está abierto a toda
la humanidad. La invitación de Dios a los judíos no es solo para
ellos - es una invitación para los gentiles y los paganos – y para nosotros. Muchos de los gentiles la época de Jesús no tenían
ninguna relación con Dios, y pensaban que no había la posibilidad de tener una
relación con El. Para muchas personas en el mundo hoy, la Buena
Nueva de Jesucristo es una auténtica novedad en sus vidas. Para ellos, no existe una historia enlazada con
Dios en su camino. Ellos tienen que buscar los caminos nuevos para
relacionarse con Dios. Pero, con frecuencia, ellos no conocen como pueden
hacerlo.
Todos de nosotros somos invitados al banquete del
Señor, pero algunos de nosotros estamos mal vestidos como los hipócritas, o
como ellos que no están preparados para tener un encuentro con Dios, o como
ellos que no pueden abrir sus corazones a su mensaje divino. El traje que llevamos en el banquete no significa
simplemente algo físico, pero también la condición de nuestros corazones y la
manera que vivimos en el espíritu del Evangelio. Podemos reflexionar sobre la vida nueva que tenemos
en Dios y en el espíritu que tenemos en nuestro interior, sobre el tiempo que
dedicamos para cultivarlo. Dios nos da esta invitación en los caminos y en la
realidad de nuestra vida. El da esta
invitación a los pecadores, a los pobres de corazón, a ellos que nunca esperaban
una invitación al banquete del Reino de Dios.
Con la invitación que tenemos a este banquete,
necesitamos aprender que tenemos una vida nueva en El, que necesitamos cambiar
nuestra vida, que no podemos vivir como antes nuestro encuentro con El. Con esta invitación, debemos vestirnos en santidad,
en pureza, en obras buenas, y en solidaridad con nuestros hermanos y con los
marginados. Cuando vamos al encuentro con nuestro Señor,
estamos en tierra santa. Estamos en el banquete del Señor ya en el presente.
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