Friday, August 29, 2014

8/31/2014 - Homilía Domingo 22 Tiempo Ordinario A – Jeremías 20:7-9; Mateo 16, 21-27

     En las palabras del profeta Jeremías, él busca un señal de esperanza en medio de las amenazas de sus enemigos.  Se sienta que esta abandonado por el Señor.  Pero, después de comunicar con gritos y lamentos a Dios, Jeremías puede decir: Yavė, tu estas conmigo.  Tu eres mi defensor muy poderoso. Contigo a mi lado, los que me persiguen - no me vencerán.  En la mitad de nuestra lucha y en los desafíos que tenemos en nuestra vida de fe, podemos gritar a Dios como el profeta Jeremías. Podemos repetir estas mismas palabras, cuando nos sentimos que las dificultades y los problemas de nuestra realidad nos agobian.  Hay personas en nuestro mundo que viven constantemente preocupados por los acontecimientos adversos y por los obstáculos que se agarran sin un sentido de esperanza.  Pero, no necesitamos vivir como eso.  Nuestro Señor Jesucristo nos invita a unir nuestros sufrimiento con sus sufrimientos.   El nos invita a comportarnos y a vivir como verdaderos hijos de Dios. El nos invita a tener confianza en su misericordia, en su amor abundante, en su gracia como un don para nosotros.   Como hijos de nuestro Señor, podemos confiar en nuestro Dios misericordioso, en nuestro Dios que cuida de nosotros.  El Señor está siempre con nosotros.  Debemos confiar en el, porque el Señor nos da las fuerzas cuando tenemos los sufrimiento y las dificultades.
     Juntos con el mensaje del profeta Jeremías, escuchamos en el Evangelio de San Mateo.   Jesús habla con sus discípulos con mucha sinceridad y mucha ternura.  El les habla sobre su sufrimiento y su muerte, pero también la presencia de su resurrección. Para muchos de ellos, este asunto puede parecer como un catástrofe o la fatalidad de su destino como el Hijo de Dios.  Pero, para nosotros, con la cruz de Jesucristo, con sus sufrimientos, tenemos nuestra salvación, tenemos nuestra vida nueva.  El reino de Jesucristo no es un reino terrenal que existe solo en este mundo.  No es un reino terrenal donde todos sus seguidores iban a conseguir buenos puestos en su gobierno.  En sus enseñanzas, nuestro Señor trata de desmontarles que el reino de Dios es algo diferente.  El reino de Dios no es solamente terrenal - tiene otra dimensión invisible para el momento presente
       Este lunes es el Día del Trabajo.   Es mas de un día de vacaciones.  El Día del Trabajo nos da la oportunidad de ver cómo el trabajo en Estados Unidos coincide con los elevados ideales de nuestra tradición católica.  Yo hablaba con Elquin y algunos miembros de nuestra comunidad hispana.  Nos damos cuenta la necesidad de conversar sobre la importancia de los temas de la paz y da la justicia en nuestra Iglesia.   Nuestro reto en este Día del Trabajo es ponernos a la altura del desafío de la solidaridad planteado por Cristo en su proclamación del reino de Dios.  El Catecismo de nuestra Iglesia Católica nos enseña, "Los problemas socio-económicos sólo pueden ser resueltos con la ayuda de todas las formas de solidaridad: solidaridad de los pobres entre sí, de los ricos y los pobres, de los trabajadores entre sí, de los empresarios y los empleados, solidaridad entre las naciones y entre los pueblos"  Para ser seguidores verdaderos de Cristo necesitamos negarnos a si mismo, tomar nuestra cruz, y seguirle.  Y a veces, necesitamos cambiar nuestras ideas sobre Jesús y sobre su reino.  Necesitamos mirar la realidad de nuestro mundo y poner los valores de nuestra fe.  Para tener solidaridad con nuestros hermanos y para tomar nuestra cruz, debemos vivir y proclamar los valores de nuestra fe.


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