En la primera lectura de hoy y en el Evangelio,
podemos darnos cuenta de dos cosas. Las
dos lecturas tienen milagros de curación con Dios ayudando a los leprosos, con
una curación de esta enfermedad muy terrible.
Y en respuesta de esta curación, dos leprosos dan gracias a Dios. La lepra era una
enfermedad muy temida durante la historia. En la época medieval en
Europa, los sacerdotes hicieron un rito especial para separar los leprosos de
la comunidad. El lepra siempre tenía
una campana para sonar si otra persona llegaba, una alerta para quedar
alejado.
En 1873, un joven
sacerdote belga quien trabaja en la isla de Hawai ofreció voluntariamente para
servir como párroco en la isla de Molokai, un lugar donde los leprosos vivieron
en aislamiento y en condiciones terribles. Llegó este sacerdote
solo con su libro de oraciones y su sotana – con nada mas. Este sacerdote – Padre
Damién – sabía que la lepra era una enfermedad muy peligrosa, pero, tenía la
llamada de Dios para trabajar con los leprosos. Damién escribió a su
hermano – “Yo me hago leproso con los leprosos para ganar todo por Cristo.” Construía una capilla
en la isla cuando llegaba, y después, limpiaba las úlceras y las llagas de los
leprosos, construía casas y muebles y ataúdes para ellos, y cavaba tumbas por
los muertos. Tenía muchos desafíos y
muchas dificultades, pero siempre tenía una actitud de gozo y agradecimiento, y
mantenía sus esfuerzos con la Eucaristía y la misa diaria. El escribió – “Tengo mi Señor al lado. Entonces, puedo ser feliz con un corazón
alegre y una sonrisa también. Padre Damién contraía
la lepra él mismo. Tenía el aislamiento,
el rechazo, y el abandono en esta experiencia, con la falta de apoyo de la
Iglesia y el gobierno, pero siempre estaba fiel al fin de su vida, con su
muerte a la edad de cuarenta y nueve. El es santo en nuestra
Iglesia, y muy querido el Hawai, donde hay una estatua de Padre Damién en
frente del Capitolio.
Reflexionaba sobre el
Padre Damién cuando leía el Evangelio de hoy, porque este padre ayudaba este
grupo de leprosos abandonados, y traía el amor y la misericordia de nuestro Señor,
pero, también, siempre vivía su vida con un sentido de agradecimiento, aun
tenía muchos desafíos en su vida, aun contraía la lepra el mismo, aun se murió
de esta enfermedad tan horrible. Nosotros también
tenemos la misma llamada de Padre Damién, pero en el contexto de nuestras
circunstancias y en nuestro estilo de vida – para vivir con agradecimiento a
Dios y para ayudar a los leprosos en nuestra sociedad, a nuestros hermanos en
los margines. No es fácil para
agradecer a Dios en todas las cosas, Para tener
agradecimiento por las bendiciones que tenemos, y para tener agradecimiento por
la gracia de enfrentar los desafíos de nuestra vida. Cuando me levanto cada
mañana, doy gracias por la oportunidad para servir como sacerdote aquí en
nuestro diócesis, para servir a Dios y a su pueblo. Doy gracias por todas los miembros de nuestra
parroquia. Yo lo hago todos los días –
en los días difíciles también, y en verdad los sacerdotes pueden tener los días
difíciles, por supuesto. Nuestra perspectiva en
nuestro camino de fe es muy importante.
Había diez leprosos en el Evangelio.
Los diez querían la ayuda de nuestro Señor, y la recibieron los
diez. Pero solo un leproso regresó para
dar gracias. Y este leproso recibió
otra bendición. Recibió la curación de
su lepra en su cuerpo como los otros leprosos, pero, recibió la curación en su
alma y recibió salvación por su fe también. Podemos pensar en
muchas cosas en nuestro mundo ahorita. Hay
la crisis en Siria, los problemas con nuestro gobierno en Washington, las dificultades
en la economía. También, tenemos
problemas y luchas en nuestra vida personal.
Estas cosas son autenticas para nosotros – no son ilusiones. Pero, tenemos la
llamada para dar gracias en todo – en nuestros gozos y en nuestras bendiciones,
en los momentos buenos y en los momentos malos. Con una fe llena de
agradecimiento y gozo, podemos extender la mano a nuestro prójimo,
especialmente ellos en los márgenes de nuestro sociedad. Hay leprosos en nuestra comunidad también, y
ellos necesitan nuestra compasión y ayuda.
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