En nuestro Evangelio
de hoy, escuchamos sobre un milagro en la vida de una viuda y su hijo. La viuda estaba
llorando, porque su hijo estaba muerto, y Jesús se conmovió. La viuda no necesitaba
pedir directamente a Jesús por este milagro. Jesús solo miró esta
mujer con la muchedumbre a la puerta de la ciudad – El solo miró la profundidad
de su emoción y su tristeza. Con el toque y el
orden de Jesús, el joven se incorporó en el féretro
y empezó a hablar.
¿Qué es un milagro
para nosotros como creyentes en la fe? Los milagros del
tiempo de Cristo eran pruebas y demostraciones de fe. Pero, hoy, no estamos
seguros de qué es un milagro. ¿En nuestro mundo
moderno, algunas personas creen en los milagros, pero otros piensan que son
supersticiones o algo que tiene otra explicación. En el mundo hoy, tal vez no sabemos donde
podemos encontrar los milagros.
Podemos buscar una
explicación por los milagros de Jesucristo en el mundo. No ha hecho estos milagros para destruir las
leyes naturales de la tierra o para anular la muerte. Con estos milagros en
el Evangelio, Cristo nos enseña que El es nuestro Señor y la fuente de la vida
nueva de nuestra fe. Estos milagros son
una parte muy importante de su proclamación del reino de Dios. La resurrección del
hijo de la viuda de Naím no es la resurrección que se nos ha prometido en
nuestra vida nueva. Pero, en esta
resurrección de este joven, Cristo nos da lo mismo mensaje a cada uno de
nosotros que le da - en el Evangelio de hoy Cristo dice al muchacho: “¡Joven, a
ti te lo digo, levántate!” Podemos decir que en
una manera o otra, estamos muertos aquí en nuestra vida en la tierra – muertos
en nuestra indiferencia, muertos porque no tenemos esperanza, muertos porque
nuestra fe no vive, muertos porque no tenemos un amor atento y compasivo en
nuestros corazones. En nuestra vida,
nuestros cuerpos pueden vivir, pero nuestras almas pueden morir. Podemos aprender de
las Sagradas Escrituras que Dios tiene la capacidad de resucitar a los muertos
– especialmente cuando nuestra alma y nuestra espíritu están muertos. Pero, también, tenemos
la responsabilidad de buscar a Dios en nuestra vida, de buscar las
oportunidades de educarnos en la fe. Hay muchas personas en
nuestro mundo hoy que piensan que Dios no existe o que Dios no tiene la
capacidad de cambiar nuestra vida. Cuando yo estaba en la
parroquia de Yazoo City antes de llegar en Tupelo, había una mujer que vino con
un amigo a la misa. Ella tenía muchas
problemas en su vida – estaba luchando con las drogas y el alcohol por muchos
años. Pero, ella quería ser
católica – ella quería cambiar su vida. Ella estaba muy
enferma con los problemas de su adicciones, pero después de una formación
religiosa con nuestra parroquia, entró en la Iglesia. Un día, ella estaba
saliendo la iglesia después de la misa, caminando con mucha dificultad con un
bastón – su cuerpo era muy débil – pero también puede mirar una fortaleza y una
alegría en su fe. Un abogado en esta
parroquia miró esta mujer y me dijo – “!En verdad – mirando esta mujer en
nuestra iglesia y el cambio de su vida y su fe – es un milagro!” Si, todavía en nuestro
mundo, hay milagros. Solo necesitamos
reconocerlos.
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