En
nuestro Evangelio de hoy, la gente de Israel reconoce que Jesús habla con
autoridad – con autoridad en la sinagoga en la asamblea de sábado, con
autoridad cuando el demonio sale a su palabra, con una autoridad muy diferente
que los maestros de la le.
Hoy,
no estamos en Israel en los tiempos de Jesucristo. Estamos en una parroquia muy pequeña en un
pueblo en Mississippi. Pero Cristo nos
enseña hoy como Él enseñó en esta sinagoga en Cafarnaúm. Hoy, en su palabra, Él habla como alguien con
autoridad. Él nos ama y Él nos
conoce. Él nos trae la salvación y la
redención.
Para
las personas en el mundo antiguo en los tiempos de Jesucristo, ellos tenían
creencia en los demonios, en el mundo do los espíritus. Hoy, en nuestro mundo moderno, muchas
personas piensan que esta creencia es una superstición. Tal vez no conocemos
los demonios en la manera que ellos existen en el Evangelio de hoy, pero si,
conocemos los demonios en nuestro mundo.
Podemos hablar con las personas que viven en las cadenas de las drogas y
el alcohol. Tenemos un mundo moderno
donde hay mucha violencia doméstica, donde el terrorismo y el racismo ya
viven. Hay muchos demonios que nos asustan
en nuestro mundo.
Si,
los demonios existen, pero la autoridad de Jesús existe también a su lado, a
nuestro lado. La autoridad de Jesús nos
enseña y vence el mal. Hay una oración
que se llama la Oración de Serenidad.
Esta oración dice: “Dios, dame la serenidad de aceptar las cosas que no
puedo cambiar; Valor para cambiar las cosas que puedo; y sabiduría para conocer
la diferencia.” Si, hay las cosas en nuestra vida que podemos
cambiar con nuestras fuerzas. Pero,
también, hay las cosas y los demonios que necesitamos dejar en los brazos de
Jesús. En el espíritu de Jesucristo, en el poder de
su autoridad, podemos ser liberados de los demonios que existen en nuestro
mundo. Podemos avanzar en nuestro camino
de fe.
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