Cada uno de nosotros tenemos la llamada para ser
discípulos de Jesucristo. Estamos
peregrinos en este mundo como sus discípulos.
Hoy, en el Evangelio, escuchamos la llamada de Jesús para cuatro
pescadores. Ellos dejan su trabajo para
seguir a Jesús. Ellos cambian sus
totalmente.
Cuando
Jesús empezó su predicación del reino de Dios en Israel, el comenzó en una
manera muy particular. Jesús anunció al
todos los hombres: “He llegado el tiempo, y el reino de Dios está cerca. Conviértanse a Dios, y acepten con fe sus
buenas noticias."
No
sabemos si Andrés y su hermano Simón eran discípulos de Juan el Bautista antes
de su entrada a la cárcel. No sabemos si
Andrés y Simón conocieron las enseñanzas de Jesús antes de este encuentro cerca
de la orilla del lago de Galilea. No
importa si no conocemos estos detalles. Podemos reconocer como discípulos
modernos de Cristo que estos dos hermanos tenían confianza en Jesús, que ellos
tenían confianza en Dios y en su palabra.
Ellos
estaban caminando a un camino muy particular en sus vidas. Ellos eran trabajando y viviendo en una
manera muy común en su cultura, en su sociedad. Pero, con la llamada de Jesús,
con su presencia en sus vidas, ellos
podían reconocer el momento que ellos necesitaban revisar su camino, que habían
otros caminos y otros senderos allí en su vida.
En verdad, es un desafío para cambiar nuestro camino, nuestra ruta,
nuestra dirección. No sabemos los
problemas y las dificultades que estos dos hermanos tenían en sus vidas antes
de la llamada de Jesús, ni los desafíos que ellos tenían como discípulos
tampoco. Pero, con esta llamada, ellos
recibieron la fuerza y la inspiración de cambiar sus vidas y de aceptar a
Dios. Faltamos algo en nuestras vidas si
no contestamos la llamada de Dios, si no recibimos la invitación de Jesús con
corazones abiertos.
Tal
vez, tenemos muchas expectativas sobre la presencia de Dios en nuestra vida,
sobre su llamada. Tal vez, tenemos un
punto de vista de nuestra religión, de nuestro Dios muy rígido y muy cerrado. Según
los judíos en Israel, el Mesías va a venir con mucho poder y mucha fuerza, como
un líder de su nación. Podemos quedar
sordos y ciegos sobre la Palabra de Dios si no queremos dejar esta expectativas
que tenemos, si no tenemos una imaginación para aceptar esta llamada.
Hay el
grito de Jesús en nuestra vida. ¿Qué está
diciendo?
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