Juan el
Bautista estaba con nosotros en el tiempo de adviento antes de Navidad, y hoy,
cuando regresamos al tiempo ordinario, Juan el Bautista está con nosotros otra
vez. En adviento, Juan estaba con
nosotros para preparar el camino para Jesús y para su predicación del reino de
Dios. Ahora, Juan estaba aquí para
revelar la identidad de Jesús antes de llamar a sus discípulos.
Para
seguir a Jesús no es algo muy fácil.
Necesitamos tener nuestros corazones abiertos para la verdad y los
desafíos en el reino de Dios.
Necesitamos dejar nuestro voluntad propia y nuestro egoísmo para entrar
este reino con todos nuestras fuerzas.
Juan nos proclama en el Evangelio que Jesús es el verdadero Cordero de
Dios, y esta proclamación pica el interés y la curiosidad de los dos discípulos
de Juan. Y Jesús da esta invitación a
esto discípulos - “Venid a verlo.”
Todos
de nosotros tenemos una llamada para seguir a Jesucristo como nuestro Señor,
como el Cordero de Dios. El Cordero en el culto de Israel en los tiempos de Jesús
era el signo más importante para dar una ofrenda y un sacrificio a Dios. Y en
nuestra vida de fe en la Iglesia Católica, proclamamos a Jesús como el Cordero
de Dios para decir que la manera mas importante para dar alabanzas y gracias a
Dios es para escuchar a la llamada de Dios y para caminar como sus
discípulos. En las aguas de nuestro
bautismo, entramos en la muerte de Cristo, y entramos en una nueva vida en
El. Juan el Bautista reconoció a Jesús
como el Cordero de Dios, y nosotros debemos reconocer esta identidad
también. Además, esta identidad debe
tener un impacto importante en nuestra vida.
Juan el Bautista era un testigo para nosotros, para guiarnos a la
fe. Y nosotros tenemos la
responsabilidad para ser testigos también.
¿Qué
buscan?, Jesús pregunta a los dos hombres. Hoy, nosotros tenemos esta pregunta
también. En verdad: ¿Qué buscamos? ¿Qué
es nuestra razón de ser, nuestra razón de vivir?
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