1/1/2012 – María, Madre de Dios – Números 6, 22-27; Lucas 2, 16-21
Hoy es el primer día del año de 2012.
Hoy es la jornada mundial de oración por la paz. Este día, el Papa anuncia un mensaje de paz a
toda la gente del mundo. Cuando yo estaba en Roma con un grupo de jóvenes de
nuestro diócesis, yo recuerdo esta experiencia de escuchar al mensaje de paz
del Papa. También, en nuestra Iglesia
Católica, celebramos la solemnidad de Santa María, Madre de Dios.
En la primera lectura del Libro de los Números, escuchamos a una
bendición que Dios da al pueblo de Israel.
Dice esta bendición: “El Señor te bendiga y
te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije
en ti y te conceda la paz.” Dios expresa su fidelidad y su bondad a su pueblo
con esta bendición. La encarnación de
Jesús en nuestro mundo, nacido de la Virgen María, es una bendición para todos
los hombres. Cuando María escuchaba el mensaje divino que los pastores han
recibido, María conservaba este mensaje en su corazón y meditaba sobre su
importancia. Con su encarnación, con el
papel de María en la historia de salvación, Dios está con nosotros.
En
esta solemnidad de hoy, podemos reconocer que nuestra Iglesia Católica quiere
comenzar el nuevo año con las oraciones y las intercesiones de la Virgen María,
de su protección. En el año
431, en el Concilio de Éfeso, en la ciudad donde la Virgen María ha pasado sus
últimos años después de la muerte de Jesús, había la declaración que en Jesús
había una única persona, por lo que bien podía afirmarse que: “La Virgen María
sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios.”
El
título “Madre de Dios” es el titulo principal y más importante de la Virgen
María, y de este título depende todos los demás títulos que ella tiene. María es “Madre de Dios.” Y en nuestra vida
de fe, en nuestra piedad popular en la Iglesia Católica, María es “Madre
Nuestra.” Por esta razón, con gozo y con fe, podemos comenzar este nuevo año
con la protección y el cuidado de nuestra Madre. Y en esta Jornada por la Paz
le pedimos, sobre todo, que María, nuestra Madre y la Madre de Dios, nos enseña
los caminos y los pasos para construir un mundo donde reine la paz, una paz
fruto de la justicia y de nuestra fe.
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