La grandeza del plan de Dios, la
grandeza de su reino, es algo que nosotros como seres humano no podemos
comprender en su plenitud. Los planes de
Dios no estan conocidos por nosotros. Con
nuestra participación en su reino, con nuestra vida de fe, la voluntad de Dios
puede interrelacionarse en nuestra vida, la gracia de Dios
puede entrar a nuestro camino.
Hoy, en
el Evangelio, aprendemos sobre el reino de Dios con el parábola que Jesús nos
da. En este parábola, los trabajadores
entran la jornada a las horas diferentes del día. Pero, al fin de la jornada, todos los
trabajadores reciben el mismo salario. ¿Por qué? Jesucristo, como
nuestro Salvador, es el dueño de la siembra y El nos cuenta esta parábola. Para
muchas personas, la meta de esta parábola es una “injusticia”, especialmente
del punto de vista de los trabajadores que trabajan todo el día, porque todos
reciben la misma cantidad del dinero. Pero, si queremos ir abajo de la
superficie de esta parábola, si queremos analizar el mensaje que este relato
tiene en nuestra vida de fe, debemos darnos cuenta de que el Señor no está
pretendiendo darnos una lección sobre la moral del salario del trabajor. Tiene
una meta muy diferente. Al contrario, Jesús quiere ayudarnos para entender que
El es el dueño de la viña, que el es el dueño de nosotros y de nuestro mundo,
que la justicia de Dios puede ser muy diferentes de la justicia de los hombres.
Esta parábola nos indica que nuestro Señor puede llamarnos a cualquier hora: puede
ser a la primera hora del día, o a la última, o cuando sea. En el momento
que estamos llamados, debemos responder de su llamada inmediatamente en lugar de buscar las excusas. El
salario es lo mismo en esta parábola porque Jesús está hablando sobre nuestra
salvación eterna, una salvación que es un don gratis que Dios nos da, que es
para todo el mundo que quiere trabajar en la viña del Señor.
Podemos recorder que el Profeta
Isaías nos dice en la primera lectura de hoy: “Busquen al Señor mientras lo pueden
encontrar, invóquenlo mientras está cerca. Que le malvado abandone su
camino, y el criminal sus planes. Que regrese al Señor y El tendrá
piedad.” Si, el Señor está presente en la realidad de nuestra vida. Pero, muchas veces, no podemos distinguir
entre nuestra voluntad y la voluntad de Dios, entre nuestros planes y nuestros
antojos y los planes de Dios, entre nuestra manera de pensar y de mirar el
mundo y los pensamientos de Dios. Somos
seres humanos y nuestra visión del mundo no es nada en comparación del punto de
vista de Dios. Estamos buscando la
realidad de Dios en nuestra vida, es verdad.
Y Dios nos ayuda en esta búsqueda.
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