Wednesday, March 23, 2016

25 de marzo de 2016 – El Viernes Santo – Juan 18,1-19,42

     Hoy, comenzamos el Triduo con el Jueves Santo, con la misa de la última cena que Cristo tenía con sus discípulos.  Hoy, continuamos la narración de la pasión de Cristo.  Hoy, el Viernes Santo es, para los cristianos de todo el mundo, un día de ayuno para conmemorar la importancia de este día en nuestro camino de fe.  En verdad, el Viernes Santo es el ayuno pascual.  En este día de ayuno, en el día en que Cristo se murió, conmemoramos la Pasión de nuestro Señor según el Evangelio de San Juan.  En este día de la muerte de Cristo en la cruz, es el solo día del año en que no hay misa, pero nosotros, los fieles, recibimos el cuerpo de Cristo como nuestra conmemoración hoy.  Más que las humillaciones y los sufrimientos de la Pasión de Cristo, lo que brilla hoy en nuestra celebración es la gloria de la Cruz.
       Conocemos que Jesús es un inocente que fue condenado a la muerte, a una muerte que estaba destinada para los más grandes criminales.  Este mismo día de Viernes Santo, Cristo fue abandonado por amigos y sus discípulos y fue humillado ante el juicio de Pilato.  Este mismo Viernes Santo, Herodes interrogó a Cristo y el pueblo eligió a Barrabás por su liberación.  Jesús está solo este día.
       Podemos recordar la veces  que hemos dejado solo a Jesús, por las veces que no quisimos ir a la misa, que no tuvimos tiempo para orar, que no ayudamos a nuestro prójimo, que no colaboramos con nuestra Iglesia, que no vivimos los valores de nuestra fe.  En verdad, lo abandonamos a Cristo en su calvario cada vez que nos sentimos con el derecho de juzgar al otro sin buscar la verdad y la justicia. Lo abandonamos a Cristo cuando por nuestra soberbia no buscamos a Dios para pedir perdón, cuando lo excluimos de nuestra vida, cuando pensamos que somos superiores de Dios.
        Estamos en la mitad de Triduo de la Semana Santa, pero en otro sentido, podemos decir que hoy, Viernes Santo,  ya es Pascua.  Celebramos estos tres días del Triduo como un único día, viviendo el único misterio de la Pascua de Cristo, de su muerte y su resurrección, de la salvación y la redención que tenemos en él.  Hoy nos centramos de modo especial en la muerte de Cristo, pero con la mirada puesta ya en su resurrección – la resurrección de Pascua. Todos de nosotros tenemos nuestras cruces en nuestras vidas, por supuesto, pero con la cruz de Cristo y con nuestras cruces, siempre hay la esperanza de la resurrección. La veneración de la Santa Cruz es una acción simbólica muy expresiva y propia de este día con esta proclamación: “Miren el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. Vengan a adorarlo.”

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