Saturday, June 15, 2013

6/16/2013 – Undécimo domingo del tiempo ordinario – Lucas 7,36-50

     El Papa Francisco ha tocado muchos corazón en estos meses que entró el Vaticano como Papa.  Con su humildad, con su compasión, con su ternura por los pobres y por la justicia – el Papa lleva un mensaje muy positivo al mundo.  La semana pasada, el Papa tenía una conversación con un grupo de estudiantes de escuelas jesuitas de los países de Italia y Albania.  Un estudiante preguntó el consejo del Papa sobre sus luchas y sus dudas en su fe.  El Papa explicó que nuestra fe es como una caminata larga donde uno mira al horizonte, contemplando el destino de la caminata. Una persona puede tener momentos de fatiga, de frustración, de tinieblas, de tormentas, y de caídas en su caminata.  Pero, cuando camina, no piensa que no va a suceder, porque para caer y para tener mementos difíciles en la caminata es normal. Es importante que cuando cae, levántese inmediatamente. Necesita avanzar y sacude el polvo de sus zapatos.  El Papa dice – caminar solo es muy difícil.  Es mas fácil para caminar con una comunidad de amigo – para tener animo y apoyo y aliento.  La caminata muchas veces no es directo – y nuestro viaje de fe es lo mismo.
      Miramos en la mujer de mala vida en el Evangelio de hoy alguien con muchas luchas en su vida de fe, con muchas caídas en su viaje y muchas tormentas.  Aún, con sus desafíos, ella viene a Jesús con su humildad y su ternura.  Ella sabe muy bien que tiene pecados.  Sabe que no puede caminar solo nunca más.  Viene a Jesús, cayendo a sus pies, limpiándolos con sus lagrimas y con el perfume.
      La unción era un ritual muy especial en el Israel Antiguo.  Había unción para los sacerdotes, los profetas y los reyes.  Pusieron el aceite de oliva sobre la cabeza para hacer la unción, y después una limpieza ritual con agua.  Utilizaron la unción para preparar la persona por su servicio religioso o para entrar en un lugar sagrada. 
      La unción de Jesús en el Evangelio de hoy era muy diferente.  La mujer de la mala vida hizo esta unción – ella no era una profeta en la comunidad. 
Y ella hizo la unción alrededor de la mesa en una casa, no en un lugar con significado religioso.  En realidad, la mujer de la mala vida no tenía una invitación para entrar en esta casa – ella irrumpió para ungir a Jesús sin una bienvenida.  Y ella ungió a Jesús en sus pies, no sobre su cabeza. Normalmente, el sirviente lavó los pies de un invitado cuando entró a la casa.  
      Tenemos un mensaje de justicia en la unción de Jesús por la mujer de la mala vida con este perfume muy precioso.  Otra persona podía tener una reacción resentido a esta unción – pero Jesús honró esta acción con el perdón de los pecados de esta mujer.
      Con frecuencia en los Evangelios, hay dos contrastes en la manera que podemos vivir nuestra fe.   Como la mujer de la mala vida, podemos darnos cuenta de nuestras debilidades y defectos, pero con el deseo de arrepentirnos de nuestros pecados.   Como ella, podemos hacer obras de caridad para nuestro prójimo – podemos iniciar una vida de fe con obras de amor, compasión, y misericordia.  Podemos venir a Jesucristo como esta mujer de la mala vida – podemos venir en nuestra humildad y en nuestra amabilidad.
O, como el Fariseo, podemos juzgar los demás y pensar que somos mejores.  Podemos venir a Jesús con nuestra arrogancia, nuestro orgullo, y nuestra rectitud.  Podemos seguir las leyes de Dios con mucha detalles, pero sin caridad y misericordia. 
     El Papa Francisco dijo a los estudiantes – Tengan esperanza.  Nadie pueden robarles de su esperanza si tiene fe.   El espíritu del mundo secular – sus riquezas, su orgullo, su vanidad – todo de eso pueden robarnos de nuestra esperanza.   Podemos encontrar nuestra esperanza en la humildad de los pobres y en el corazón de servicio que Jesucristo tenía.  Como Cristo – podemos sembrar las semillas de esperanza en nuestro mundo.   Y esta esperanza no es abstracto – es nuestra sonrisa para saludar al niño; es nuestra visita a los enfermos en el hospital; y es nuestras obras contra las injusticias en el mundo.
      Jesús dio la esperanza y el aliento a la mujer de la mala vida en el Evangelio de hoy.  Y nosotros - ¿Qué podemos hacer para llevar este espíritu de esperanza a nuestro mundo hoy?

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