“En aquel tiempo,
llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad
sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón
y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen
sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: "Quedaos en la casa
donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe
ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su
culpa." Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios,
ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.”
La Palabra del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
Jesús envió a sus discípulos al mundo
de dos en dos. Ellos estaban predicando
el reino de Dios al mundo. Era un
trabajo muy duro, pero no podían llevar muchas cosas con ellos. Ellos podían llevar un bastón y sandalias,
pero no podían llevar ni la comida, ni el dinero, ni otra túnica. No podían llevar muchas cosas, entonces Jesús
dijo que ellos no necesitaban llevar una mochila.
Yo viajaba
mucho como misionero en las selvas de Ecuador con los misioneros combonianos. Viajaba a los pueblos chiquitos cada fin de
semana por canoa para tres o cuatro horas. No pensaba que llevaba muchas cosa
cuando viajaba a los pueblos, pero con el mensaje que Jesús nos da, en verdad,
llevaba muchas cosas conmigo. Vamos a
ver que yo tenía cuando viajaba -–
1) Una mochila grande.
2) Unas botellas de agua.
3) Una botella pequeña de yodo o cloro para tratar
el agua.
4) Una toalla, jabón, y un traje de baño para
bañar.
5) Una
Biblia en español.
6) Ropa.
7) Un
saco de dormir.
8) Radio
de onda corta.
9) Cepillo
de dientes y pasta de dientes.
Como
explique, yo no pensaba que yo tenía muchas cosas conmigo en los viajes. Y no pienso que Jesús quería el martirio para
los discípulos o para tener dificultad para tener la comida. Más bien, pienso que las instrucciones de
Jesucristo nos enseña que necesitamos confiar en cuando estamos viajando como
discípulos. Si llevamos muchas cosas
materiales con nosotros, podemos ser esclavos a nuestros posesiones. Según nuestro Señor, necesitamos tener
dependencia en Dios – es la razón de las instrucciones de Jesús en el Evangelio
de hoy. Cuando yo hice una descripción
de las cosas en mi mochila, no tenía la comida. Podía llevar las latas de
comida conmigo. Pero, para confiar en la generosidad de la gente donde yo
trabajaba, me ayudaba para crecer en mis relaciones con ellos y para cruzar las
fronteras de comodidad. Con experiencias
como eso, me sentía como misionero verdadero.
En nuestra vida de fe, necesitamos hacer
sacrificios – tenemos esta llamada. ¿Qué
necesitamos hacer para tener dependencia en Dios para crecer y desarrollar en nuestra
viaje de fe? Son preguntas buenas que
necesitamos preguntarnos en la luz del Evangelio de hoy.
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