Friday, March 5, 2021

7 de marzo de 2021 - Homilía y Reflexión del tercer domingo de Cuaresma - Ciclo B - Éxodo 20: 1-17; Juan 2: 13-25

     La trayectoria de nuestra lecturas del Evangelio durante la misas de la temporada de cuaresma nos ha llevado a través de eventos clave en la vida y el ministerio público de Cristo. El primer domingo de Cuaresma, escuchamos que Jesús fue arrojado al desierto por el Espíritu Santo, donde fue tentado por Satanás.  El domingo pasado, el segundo domingo de cuaresma, escuchamos sobre la transfiguración de Jesús en la cima de la montaña en presencia de algunos de sus apóstoles.  Este domingo, escuchamos de Jesús limpiando el templo de todo lo que no los lleva a Dios. Jesús les dice a los que dudan de él: Destruyan este templo y lo levantaré en tres días. El pueblo de Israel estaba perpleja. Pensaron que Jesús hablaba de la construcción física del Templo en Jerusalén.  ¿Cómo nos levantaría Jesús un enorme complejo de edificios como ese en tres días? Muchos de ellos todavía no entendían de qué se trataba la resurrección.


     Así como Jesús trató de limpiar el Templo físico en Jerusalén, nosotros mismos debemos ser limpiados de todo lo que no nos lleva a Dios.  Cuando escuchamos en el libro de Éxodo acerca de que Dios le dio al pueblo de Israel los 10 mandamientos, se nos recuerda que conocer los mandamientos de Dios y esforzarnos por vivir los valores de estos mandamientos en nuestras vidas es una de las formas en que podemos ser limpiados por Dios. No podemos lograr nuestra propia salvación por nuestra cuenta. No es algo que podamos ganarnos nosotros mismos. Logramos nuestra salvación a través de nuestro Salvador Jesucristo como un regalo gratuito de Dios.  Pero Dios nos pide que cooperemos en su plan de salvación. Como demuestra la historia de Éxodo y el don de los mandamientos de Dios, Dios ofrece sus amores a su pueblo. Dios siempre se esfuerza por amarnos y por atraernos hacia él.


     Cristo, su camino a la cruz, su pasión y crucifixión y su resurrección - eso es el centro de nuestra fe.  En su carta a los corintios, Pablo explica que la muerte de Cristo era un escándelo para los judíos y una tontería para los griegos.  Para ellos, no podían aceptar la muerte del Mesías por las manos de sus enemigos.  Para ellos, Dios no puede aceptar eso.   En el mundo secular, el poder and la influencia y la dominación tienen la última palabra en el mundo.   Pero, como personas de fe y como discípulos de Cristo, podemos aceptar los misterios de fe y el plan de salvación de Dios.  Podemos caminar con fe.  No tenemos la mente de Dios.  No tenemos todas las respuestas de nuestras preguntas.  

     La Cuaresma es un tiempo maravilloso en nuestro año de la Iglesia en el que podemos reflexionar sobre nuestra respuesta a Dios y su amor. Podemos empezar preguntándonos si realmente creemos que Dios nos ama.  Si creemos que Dios es nuestro aliado para ayudarnos a limpiarnos de todo lo que nos separa de Dios y de nuestra fe. Si somos capaces de depositar nuestra confianza en el amor de Dios.

     Abramos nuestros corazones al Señor mientras continuamos nuestro viaje de Cuaresma.  Creamos en sus palabras. El tiempo santo de la Cuaresma está aquí para prepararnos para celebrar la muerte y resurrección del Señor: los misterios pascuales.  Debemos tener fe y ánimo para seguir el camino del Señor.

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