Saturday, November 7, 2020

8 de noviembre de 2020 - Domingo 32 del Tiempo Ordinario - Sabiduría 6: 12-16, Mateo 25: 1-13

      En dos fines de semana, celebraremos el fin del año litúrgico y luego entraremos en Adviento en la preparación para la navidad.  ¿Cómo podemos acercarnos rápidamente a la temporada navideña y al final de este extraño y desafiante año 2020?  A medida que nos acercamos al final del año litúrgico, siempre tenemos lecturas sobre la importancia de estar preparados.  En la Iglesia antigua, los cristianos pensaban que la segunda venida de Jesús se acercaría rápidamente, que verían su segunda venida en gloria durante su vida, por lo que estar preparados era de suma importancia para ellos.  Entonces, cuando esto no sucedió, comenzaron a dudar. Pero esto no significa que debamos dejar de lado esta advertencia de estar preparados y listos. Es posible que no veamos la segunda venida de Jesús en nuestra propia vida, pero estamos llamados a estar preparados para el final de nuestros propios días aquí en la tierra.  Definitivamente no sabemos cuándo sucederá eso.  Las lecturas de hoy nos ayudan a hacernos esta pregunta: ¿Estamos listos? ¿Y cómo podemos estar preparados?

      En el Evangelio, dice que las cinco jóvenes que no vieron la necesidad de traer suficiente aceite para sus lámparas fueron insensatas, pero aquellas jóvenes que vinieron preparadas fueron sabias.  La lectura del libro de la Sabiduría hoy nos da una buena idea de lo que nos motiva a estar listos y preparados.  La sabiduría y el conocimiento de los libros no son exactamente lo mismo.  Cuando yo aprendía español como misionero, estudiaba español con libros y hacía cosas como conjugar verbos, pero eso no reemplazó el aprendizaje del español en situaciones de la vida como misionero. De hecho, cuando enseñé español en Greenville durante cuatro años en un colegio, mi desafío con mis estudiantes no fue hablar español, sino encontrar una manera de explicarles la gramática y los aspectos básicos del idioma.

     La tradición dice que el Libro de la Sabiduría fue escrito por el Rey Salomón, un gobernante muy admirado en Israel por su sabiduría.  Sin embargo, la mayoría de los profesores de la biblia de hoy cree que el Libro de la Sabiduría no fue escrito por Salomón, sino probablemente escrito originalmente en griego en el gran centro antiguo de Alejandría en Egipto, mas o menos dos cientos años antes del nacimiento de Cristo.  La lectura de hoy nos dice que todos los que la aman reciben la sabiduría, que todos los que la buscan la encuentran.  El autor nos dice que si buscamos sabiduría al amanecer, ella nos espera en la puerta.  Parece que los seres humanos anhelamos por sabiduría y una conexión con el divino en nuestras vidas.  Buscamos la sabiduría, buscamos a Dios. Luchamos y anhelamos esa conexión. Asimismo, la sabiduría y Dios nos buscan.

       Una persona sabia no esperaría un tiempo indefinido en el futuro para forjar una relación con Jesús.  Algunos que dicen que son cristianos ponen otras cosas en primer lugar en la vidas por delante de su fe.  Se arriesgan, como las jóvenes insensatas del Evangelio. Y eso puede tener consecuencias desastrosas.  La persona sabia construye su vida sobre Jesús y su Evangelio, sobre Jesús como la verdad y la vida, no solo para el futuro, sino en el aquí y ahora.

       Entonces, si decimos que la sabiduría va más allá del conocimiento de un libro, más allá de lo que percibimos intelectualmente, podemos ver la sabiduría como una resonancia, como una comprensión de las enseñanzas, leyes, y valores de Dios.  La sabiduría se trata de integrar a Dios y a sus enseñanzas en la vida diaria. Si bien el aprendizaje y el conocimiento de los libros son importantes en el desarrollo como seres humanos y en la búsqueda espiritual, ciertamente no lo son todo.  Dios puede acercarse a nosotros, la sabiduría puede conectarse con nosotros, de muchas formas diversas y eclécticas: a través de la música, el arte, la poesía, la literatura y la naturaleza; a través de la oración, la contemplación y el silencio.  Entonces, encontrarnos con la sabiduría a las puertas significa que debemos encontrar formas de obtener esta comprensión, esta experiencia, esta integración de Dios en nuestra espiritualidad y en nuestra vida.  Supongo que es por eso que he disfrutado de nuestras discusiones en grupo con el programa ALPHA y de las conversaciones que estamos teniendo en nuestra reunión de Zoom en las pequeñas comunidades de fe en nuestra parroquia.  Discutimos situaciones y experiencias de la vida que hemos tenido.  Llegamos a conocer a nuestro prójimo en nuestra parroquia y aprendemos y crecemos juntos en el camino de fe.  No se trata simplemente de la doctrina y el dogma de nuestra fe, sino de la sabiduría que hemos aprendido a lo largo del camino en nuestro camino.

      Conectarse con la sabiduría divina, conectarse con Dios, no siempre es fácil y cómodo.  En nuestra búsqueda de sabiduría, tendremos alegrías y luchas. Todo esto es una parte esencial de nuestro camino. Todo esto nos ayudará a ser como las jóvenes sabias, a estar preparados y listos para encontrarnos con el Señor cuando él venga otra vez.

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