Saturday, November 28, 2020

29 de noviembre de 2020 - primer domingo del adviento - ciclo B - Marcos 13:33-37

      Hoy celebramos el primer domingo de adviento y el comienzo de un nuevo año litúrgico.  Sabemos como católicos que el adviento es una temporada en la que nos preparamos para la navidad, cuando se recuerda la primera venida de Cristo al mundo.  Sin embargo, de acuerdo con las Normas Universales sobre el Año Litúrgico promulgado por el Papa Pablo VI en 1969, hay dos características principales del adviento.  El adviento también es una temporada en la que nuestro recuerdo dirige nuestra mente y nuestro corazón a esperar la segunda venida de Cristo al final de los tiempos.  Pues, El adviento es un tiempo de espera gozosa por las dos venidas de Cristo.


      Este primer domingo de adviento, se nos dice que estemos atentos y alerta mientras esperamos.  El tema de este primer domingo de adviento resuena los temas de las lecturas que escuchamos al final del año litúrgico en las últimas semanas: de las jóvenes que estaban preparadas y tenían suficiente aceite para sus lámparas mientras esperaban la llegada del novio y del amo que dio a sus siervos talentos para cuidar, sin saber cuándo regresaría el amo.


       Es un trabajo duro estar alerta y atento, especialmente durante el Adviento de este año, en medio de los desafíos y dificultades de la pandemia, en medio de nuestro cansancio y frustración.  Siempre me ha gustado la temporada de Adviento, en la que pienso en nuestra realidad actual.  Quiero guardar al amor que he tenido por Adviento que tenía en el pasado.  Compartíamos en nuestra comunidad de fe los recuerdos que teníamos de Adviento de nuestro niñez.  A mi mamá, siempre le encantaron los calendarios de Adviento; siempre tendríamos uno diferente cada año al crecer. E. Cada día, el calendario de Adviento reveló un símbolo religioso o un breve versículo de la Biblia.  Pero, incluso cuando era pequeña, sabía que el calendario de adviento me ayudó a contar los días antes de navidad y a recordar que debía concentrarme en Jesús y en mi fe, no en las decoraciones navideñas o los regalos de navidad que soñaba con recibir.


      Me encantan los dichos breves y sencillos de la Madre Teresa. A. Este dicho de la Madre Teresa me llamó la atención cuando comenzamos nuestro camino de adviento: “El ayer se fue, el mañana aún no ha llegado. Solo tenemos hoy, comencemos.”  En algún momento, podemos estar tan ocupados con el pasado, con las heridas del pasado, los fracasos del pasado, las rutinas pasadas y las viejas formas de hacer las cosas.  No es que el pasado no sea importante, porque lo que sucedió en el pasado es parte de nosotros y aprendemos del pasado.  Entonces, podemos estar tan obsesionados con lo que sucederá mañana que perdemos de vista el presente.  Sí, nuestra realidad actual del presente es importante.  Tenemos trabajo que hacer en el adviento, este camino que comenzamos hoy.   Tenemos preparaciones para hacer, entonces, debemos estar atentos y presentes.  Debemos estar atentos a lo que sucederá en el futuro, pero también debemos preocuparnos por lo que estamos haciendo en el presente. Todos los días cuentan. En nuestra fe, debemos vivir la vida al máximo.


      Además, una vez, cuando la Madre Teresa estaba de visita en nuestro país, le preguntaron qué virtud los norte americanos más necesitan.  Ellos pensaban que ella a decir: “caridad.” Pero ella dijo que la virtud que más necesitan los norte americanos es la esperanza, y dijo que el mundo moderno, muchas personas han perdido la esperanza. Podemos decir que hemos puesto la esperanza en cosas equivocadas, en cosas que finalmente no pueden satisfacer nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades más profundas.  El adviento no se trata de gratificación instantánea o de lo que nuestro dinero puede comprar.  El Adviento se trata de estar alerta mientras Dios nos acompaña en nuestro camino, mientras ponemos nuestra esperanza en nuestra fe.


       En cualquier dificultad y oscuridad que tengamos, estar alerta y vigilante en nuestro camino, requiere dos cosas.  Primero, debemos perseverar. Ojalá hayamos aprendido la importancia de la perseverancia durante el pandemia.  Segundo, estamos llamados a buscar a Jesús en lugares inesperados en nuestro camino durante el Adviento, pensando en cómo Cristo vivió su ministerio en lugares inesperados: visitando a los pobres, comiendo con los recaudadores de impuestos, conversando con los paganos, haciendo amistad con los pecadores, y sanando a los leprosos.  En nuestra vigilancia y nuestra espera en esta temporada de adviento, el Señor también nos llama a algunos lugares inesperados.


       Me gustaría cerrar mi homilía este mismo domingo de adviento con esta observación: por lo general estoy muy concentrado y preparado para el adviento, esta temporada de preparación y espera.  Pero este año no estoy tan seguro como en el pasado.  Durante esta pandemia, estoy un poco desconcertado y cansado, tratando de hacer todo lo posible para adaptarme como sacerdote y discípulo de Cristo a esta desafiante realidad.  Pero no, esto no es fácil. ¿Cómo podemos estar atentos y alertas durante la pandemia? 

       Mi respuesta es: no se preocupe. Traiga su realidad a su camino de adviento. Aprenda en el camino de adviento. Haga todo lo posible por estar atento y alerta. Nuestro camino de adviento nos enseñará. 

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